Sergi Arola fotografiado en su restaurante de Madrid. / CLAUDIO ÁLVAREZ
"La voz de Sergi Arola no suena tan marchosa como siempre. No está para
bromas. Se encuentra “en estado de shock”. Ayer, unos funcionarios de
Hacienda precintaron la bodega, la coctelería y la mesa de la cocina de
su restaurante madrileño, Arola Gastro.
Llevaban una carta de pago de 148.000 euros que debía ser satisfecha.
No lo fue, y precinto al canto. La jefa de sala de Gastro, Sara Fort, su
mujer y “compañera del proyecto vital y profesional”, con la que abrió
el local en 2008 vivió, el asunto estupefacta: “No habían avisado”. (...)
“Después de tantos años de trabajo durísimo, esto ha sido un golpe
fuerte”, dice. Y lo considera un golpe bajo. “Es un escarmiento, no
tengo la más mínima duda”, asegura. “Yo no tengo nada que esconder, no
tengo casas ni coches, ni dinero en paraísos fiscales… Puedo dar la cara
sin miedo a que me la partan”.
El hecho de ser un cocinero mediático
es, piensa, un motivo de ese escarmiento de cara a la galería social de
defraudadores. “¿Por qué no precintan todos los estadios de fútbol cuyos
clubes que deben millonadas?”, exclama, y se enciende ante la creencia
de que los dueños de un restaurante de lujo viven a todo tren.
“Un restaurante gastronómico es deficitario, se lo puedes preguntar a
todos los estrellas Michelin. Los cocineros no somos millonarios”,
subraya. Y se queja de que el precinto de los bienes de su restaurante
fuera en horario de máxima audiencia. Unos 40 comensales vivieron “el
bochorno” en directo.
“¿Por qué no fueron a las diez de la mañana, en
vez de al mediodía, con las mesas llenas? Si quieres hacer un
escarmiento, efectivamente lo haces así, cuando sabes que hay gente y
que va a tener una difusión." (El País, 26/06/2013)
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