"Es como el carrito de mi abuela", bromea una trabajadora del Juzgado de Negreira cuando se le pregunta por el dispositivo de última generación que ideó la Xunta para solucionar el problema que arrastraban aquí con los envíos postales. El carro de la compra lleva desde antes del verano en el archivo, pero todavía luce las ruedas blancas porque, en realidad, en Negreira nunca lo usaron.
Los funcionarios sabían que la juez, Raquel Fernández, había coincidido en la presentación de un libro con el director general de Xustiza, Juan José Martín, y que ella aprovechó la ocasión para llorarle un poco, la única forma que tienen los jueces de pueblo para ir rascando medios materiales.
La juez describió al representante de la Xunta las dificultades que tenían sus trabajadores para llevar a la oficina de Correos la cantidad (bastante voluminosa y pesada, entre cinco y ocho kilos) de citaciones y pleitos de varios tomos que empachan este juzgado de la provincia de A Coruña, y éste le respondió que miraría el asunto. Efectivamente, lo miró. Y pasado el tiempo, un día por sorpresa llegó al Juzgado el regalo de la Xunta: la bolsa con ruedas de ir a la plaza.
El problema radica en la distancia que separa la oficina de Correos del edificio en el que se administra la Justicia. Entre un inmueble y el otro hay 700 metros de aceras y asfalto. Setecientos que son 1.400 con la ida y con la vuelta. Lo saben porque lo mandó medir Miguel Formoso, responsable de medios personales de la Dirección Xeral de Xustiza. Si fueran algunos metros más, el Juzgado nicrariense estaría salvado.
Tendría derecho a que la Xunta le pagase el servicio de cartero de ida y vuelta, un convenio con Correos por el que la empresa pública, además de llevar las cartas, recoge los sobres y paquetes generados por los juzgados. Pero como no es así, y el carro, según el personal de Negreira, no es la solución, últimamente es la juez quien se encarga de hacer los viajes a Correos en su propio utilitario. (...)
"Aquí, para sacar adelante el día a día, dependes de la buena voluntad de los compañeros", comenta una funcionaria. Tino, por ejemplo, pertenece al cuerpo de Tramitación, por debajo del de Gestión, y aunque no le toca se está encargando de los asuntos penales. Lleva siete años de interino, pero está considerado por sus superiores "el alma del juzgado". Sin embargo, en septiembre, se incorporará la persona de baja a la que está sustituyendo y tendrá que marcharse. Todo porque hay un decreto de la Xunta que obliga a destituir al interino de más antigüedad." (El País, ed. Galicia, Galicia, 04/02/2010, p. 8)
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