"Oriol Mitjà es una medianía. Ha pasado de ser el yerno que quisiera toda madre catalana, a ser el pariente capaz de amargar el almuerzo familiar con sus previsiones apocalípticas, un Niño Becerra de la salud, de los virus en lugar de los números.
-Estoy muy feliz de que hoy nos hayamos reunido todos aquí, familia. Lástima que en la próxima comida ya no quedaremos ni la mitad, con las grasas y colesterol que lleva este festín.
Cada vez que nuestro Oriol se encuentra mal, sale a todos los medios llamándonos al arrepentimiento, que el fin del mundo se acerca. Yo le deseo muchos años de salud a Oriol, y no porque lo ame especialmente, sino porque mientras está sano al menos nos deja tranquilos, que este hombre, tan pronto tiene unas décimas de fiebre, ya corre por periódicos y teles para alertarnos de que vamos por el mal camino. Una tabarra inaguantable, que espero que al menos le sirva para vender libros, que de eso debe tratarse.
Yo ya escribí hace tiempo que una sociedad en la que mandaran los médicos, sería una dictadura insoportable, y el Colegio de Médicos, que no debe tener mucho que hacer, se indignó de tal modo que más que un colegio tengo la intuición que es un parvulario. Con los médicos en el poder, no comeríamos carne roja, no fumaríamos, no beberíamos alcohol ni café, nos lavaríamos las manos cinco veces al día y, de postre, follaríamos con preservativo.
Como en el chiste de Eugenio, no viviríamos más, pero se nos haría más largo. Mitjà nos ama, y por eso quiere que la vida se nos haga larga, inacabable, eterna, pero al paso que va, lo que conseguirá es que roguemos que alguien le ponga fin. No hay medio donde no aparezca Mitjà para amargarnos la vida, temo verlo pronto en las tapas del yogur: «¡tira esto, desgraciado, que trae grasas y azúcar refinado!»
Quizás mientras escribo esto, el pobre Oriol ha cogido conjuntivitis, y saldrá mañana a exigir que todos llevemos gafas de sol. O sufre los primeros síntomas de alopecia, y aparecerá en la tele para recomendarnos un champú. No sé si este chico es epidemiólogo o no, de hecho no sé ni qué es un epidemiólogo, de lo que estoy seguro es que la mejor solución contra la pandemia es la mascarilla. Pero así, en singular: que alguien le apriete muy fuerte la que lleva Mitjà, hasta que no pueda hablar." (Albert Soler, Diari de Girona, 03/05/22 ; traducción google)
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