"En las elecciones generales de noviembre de 2019, Pablo Casado creía tener el arma definitiva para Catalunya. Se llamaba Cayetana Álvarez de Toledo. Iba a borrar de un golpe de espada la imagen blandengue y poco viril que una parte de la derecha relacionaba con Mariano Rajoy y su respuesta al proyecto independentista.
El resultado fue horrible –dos diputados en uno de los graneros electorales de España– y además Vox comenzaba a echar el aliento en la nuca del PP: sólo 43.000 votos menos, poco más que un punto de diferencia entre ambos partidos.
Ahora ante las autonómicas, Casado dobló la apuesta y reclutó para la causa a su nueva amiga favorita, Isabel Díaz Ayuso, que viajó varias veces a Catalunya como gran estrella invitada. Ayuso hizo de Ayuso dando lecciones de lo bien que lo hacen los madrileños a diferencia de esos pobres catalanes, y se burló de las medidas adoptadas por el Govern contra la pandemia, incluido el cierre de bares.
El desenlace ha sido pavoroso. Vox ha doblado en votos al PP.
El partido que dice ser el mejor defensor de la españolidad de Catalunya se ha convertido en la octava fuerza política con sólo siete décimas por encima del umbral que da representación parlamentaria. El grupo que presume de ser el único que puede acoger todos los votos de la derecha y la extrema derecha para expulsar a Pedro Sánchez de Moncloa ni siquiera ha estado en condiciones de cosechar los efectos del hundimiento de Ciudadanos. Pablo Casado, siempre preparado para incinerar al Gobierno, ha descubierto que había alguien con un cóctel molotov más grande.
Casado cuenta por derrotas todas las elecciones a las que se ha presentado como líder del PP. Se le acaban las estrategias y está en un punto en que ya no le valen ni los chistes de García Egea. Tampoco un bulo de última hora sobre la falsa vacunación de Salvador Illa. Ni que Casado alegara que a ellos también les acosaban cuando no existía Vox. El PP fue más PP que nunca y los catalanes miraron a otro lado. (...)
Las habituales comparecencias nocturnas de dirigentes de los partidos finalizaron con un toque del PP de siempre: los chistes de García Egea. El secretario general del PP dijo que iniciaron la campaña con unas expectativas de alcanzar diez escaños –sería en un sondeo realizado con alto consumo de sustancias psicotrópicas– y que perdieron la mitad con las últimas noticias del caso Bárcenas, o lo que él llamó «el pacto de la Fiscalía con Bárcenas».
Había un culpable más en el número teatral de Egea y no era otro que Mariano Rajoy. «Esta es la última factura que vamos a pagar por ese pasado», afirmó el número dos del PP. Lo dijo dos veces, no fuera que algún periodista no hubiera pillado el chiste a la primera.
En Moncloa, Pedro Sánchez aún se está riendo." (Íñigo Sáenz de Ugarte, blog, 15/02/21)
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