"El 12 de mayo del 2018 -durante el pleno que acabaría eligiendo a
Quim Torra como presidente de la Generalitat- el portavoz de JxCat,
Eduard Pujol, pidió “fair play” y que el Parlament no se convirtiera “en
un plató de tele o en un corte de voz pensado para el telediario de las
tres”. “No señores -remató-, basta de lodazal”.
Pues a fe de Dios -y soy agnóstico- que lo han conseguido: el
Parlament de Catalunya -aquella institución cuya restauración reclamaban
los catalanes tras la muerte de Franco- ha tocado fondo.
Éste sábado, la cámara legislativa ha aprobado con los votos de
JxCat, Esquerra y la CUP una resolución presentada por el propio Eduard
Pujol, Anna Caula y Carles Riera en la que “declara que Catalunya es
republicana” y “no reconoce ni quiere tener ningún rey”.
Los que no se sienten republicanos -o hasta monárquicos- que se jodan. (...)
El texto adoptado considera también a los Borbones “una calamidad
histórica”. Se han olvidado en esta ocasión una referencia a 1714. No en
vano en TV3 siempre enfatizan que es Felipe VI. Pero recuerdan que su
padre -el ahora desaparecido Juan Carlos I- “aceptó la sucesión del
general Franco”. ¿De quién la iba a aceptar si España era una dictadura?
¿Del Espíritu Santo?
Denuncia la “connivencia de los poderes ejecutivo, legislativo y
judicial” con la monarquía y la “fuga consentida” del exmonarca. No voy a
salir yo en defensa del rey emérito a estas alturas -un exjefe de
Estado no puede desaparecer de esta manera- pero de momento no es huida
aunque también lo diga TV3. No está ni procesado ni siquiera
investigado.
Constata “el fracaso” de lo que siempre llaman despectivamente el
régimen del 78 y de un “sistema autonómico fallido”, entre otras cosas.
No es que el Estado de las Autonomías no tenga defectos -sobre todo en
las partidas de gasto- pero si nos referimos a Catalunya es cierto que
ya es una comunidad fallida. Sólo hay que valorar la obra de gobierno de
Quim Torra y los disparates que dice.
A continuación ratifica la “voluntad expresada por el pueblo de
Catalunya” de iniciar un camino hacia la “República catalana” en alusión
a aquel aciago octubre del 2017.
Finalmente, en el último punto, acuerda notificar la resolución
aprobada “por conducto oficial” a las Cortes “del Estado español”, la
Comisión Europa, el Parlamento y la Comisión Europea. Se han dejado esta
vez las Naciones Unidas.
Me recuerda aquella carta
que envió Torra en semptiembre del 2018 a una treintena de jefes de
estado y de gobierno pidiendo un “diálogo mediado” -supongo que con la
presencia de algún observador internacional- para un “referéndum de
independencia”.
Entre los destinatarios estaba Trump, el Papa e incluso el presidente
de Andorra. No hay constancia de respuesta alguna -ni siquiera de Pedro
Sánchez- a pesar de que pedía una contestación “lo antes posible”. Han
pasado más de dos años. Lo digo para que vean el peso de Catalunya en el
mundo y cómo se toman al presidente Torra entre los países serios.
Es cierto que lo aprobado por el Parlament es un brindis al sol que
será invalidado por el TC porque no tiene competencias para debatir
sobre la forma de estado. Lo único que pretenden ahora es alimentar el
victimismo y la sensación de agravio.
También que es primer acto preelectoral de una campaña que se prevé
dura y agria en la que se juegan no sólo la posibilidad de seguir dando
la tabarra sino también las lentejas. Es decir, el dinero público en
definitiva.
Pero es igualmente un nuevo paso en la degradación de las
instituciones catalanas. Ya la tocó a la propia presidencia al elegir a
un candidato que iba undécimo en las listas de su partido y que, a todas
luces, el cargo le va no sólo grande sino hasta grandísimo. En el
sector privado -del que él siempre presume proceder- yo lo habrían
echado o sometido a un examen psiquiátrico. (...)
Han echado por la borda el prestigio de la Generalitat -ninguna
autoridad oficial ha recibido a Torra en Europa-, de la propia
presidencia de la Generalitat e incluso ahora del Parlament en
declaraciones imposibles y batallas estériles. Cuanta energía derrochada
en tiempos de covid.
Pero lo peor de todo es que vuelven a empezar. No sólo no han
aprendido nada de los daños causados hasta ahora -suspensión del
autogobierno, bloqueo institucional, inestabilidad política, parálisis
legislativa, inseguridad jurídica e incertidumbre económica- sino que
anuncian a bombo y platillo que "ho tornarem a fer".
Lo he advertido con frecuencia deste mismo espacio, en twitter o hasta en mi canal de youtube:
Catalunya se encamina hacia un conflicto civil de incalculabes
consecuencias. Está por ver si será un conflicto enquistado o podemos
llegar a las manos, incluso a la sangre. Sociedades tan polarizadas no
avanzan.
El bando independentista no sólo no ha hecho autocrítica o propósito
de enmienda -al menos en la estrategia- sino lo que es peor: sigue
hablando en nombre de todos. Ahora aprueba solemnemente en el Parlament
que todos somos republicanos y reafirma la “voluntad expresada por el
pueblo de Catalunya” de avanzar “decididamente hacia el objetivo de la
independencia” a pesar de que en el referéndum del 1-0 votaron dos
millones de personas de un censo de 5,5. En dos elecciones sucesivas
-las del 2015 y las del 2017- no ha superado el 47% de los votos. El
conflicto está servido.
La lástima es que la degradación de las instituciones catalanas
afecte también a la más importante de todas: aquella de la que emana la
soberanía popular. En que se ha convertido una cámara legislativa cuya
restauración se gritaba tras la muerte de Franco al grito de “amnistia,
llibertat i Estatut d’Autonomia”. Pero lamento decir que todavía no
hemos tocado fondo. En política todo es susceptible de empeorar." (Xavier Rius, director de e-notícies, 08/08/20)
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