"Las caceroladas de Santander siguen sin Rodri, el hombre que no se manifestó con chófer.
Un señor trajeado grita “¡Gobierno dimisión!” desde el
asiento trasero de un Mercedes descapotado con conductor y con una
bandera de España al lado. Suenan las cacerolas
en la calle de Hernán Cortés en Santander y pronto la secuencia,
grabada en vídeo el pasado domingo, se viraliza. Los comentarios se
multiplican sobre esta escena y se preguntan quién decide protestar así.
El hombre se llama Rodrigo Rodríguez y tiene 60 años.
Rodríguez,
que trabajó en política en México, ha declinado hablar para este
reportaje. Víctor González, cabecilla de las concentraciones, dice que
“está escaldado” por las críticas y que los vecinos “le dieron un toque”
para que no fuera en ese coche a las protestas contra el Ejecutivo y su
gestión del coronavirus.
González, protegido con una mascarilla negra
con una rojigualda bordada, señala que el afectado “es un señor
comprometido con España, muy dolido por los ataques” y que requiere
transporte porque sufre “obesidad mórbida”. El supuesto chófer es “un
amigo” que le permitía unirse a unas reivindicaciones de las que
González presume ser el pionero en Santander.
Este extremeño de 54 años asegura ser el primer “abanderado”
santanderino que se anudó el estandarte nacional al cuello y salió el
14 de mayo a expresarse contra el Gobierno. Una patrulla “de
antidisturbios” lo esperaba, sostiene, “con orden de detenerme”. No pasó
nada: los agentes le insistieron en que mantuviera las distancias con
los espontáneos que lo imitaron y aporreaban su menaje. Los días más
intensos, calcula, había “unas 200 personas”, pero el pasado miércoles
solo había unas 60 en esa vía con banderas españolas por doquier. El
episodio de Rodri, lamenta González, ha menguado la afluencia.
Esta
calle del centro santanderino y con un 35% de votantes del PP y un 18%
de Vox hace esquina con la plaza de Matías Montero, donde ondea una
inmensa bandera a media asta. El nivel de renta del barrio, llamado
Puertochico, se encuentra entre el 1% más elevado del país. Un grupo de
ocho personas, capitaneado por González, se planta ante la sede del PSOE
para calentar la voz y sus clásicas proclamas, que combinan insultos a
Sánchez y quejas contra ese Gobierno “sociocomunista” al que acusan de
impedir “tests masivos”, pese a que se sabe que varios países han tenido
dificultades para disponer de PCR. Una vecina les reprocha desde su
terraza que estos encuentros fomentan contagios y recibe una cacerolada
del quinto piso.
Se acercan las nueve de la noche y los
asistentes llegan a la calle del conquistador. Los habitantes de una
casa con una pancarta que llama “cretino” al presidente del Gobierno y
“miserable” al vicepresidente Pablo Iglesias esgrimen cocteleras,
cazuelas e instrumentos de percusión de la cocina. Pronto una decena de policías dirige el tráfico humano
en un circuito que recorre arriba y abajo esos 92 metros de calle. Un
hombre lleva una camiseta negra con el lema “Gobierno dimisión” y
“Sánchez e Iglesias fuera ya”; la mayoría porta banderas y respeta la
distancia de seguridad.
González ha insistido mucho en
ello y enseña grupos de WhatsApp en los que ha pedido movilizarse
responsablemente: “Que no digan que quemamos contenedores o hacemos
mamarrachadas”. También cree que Santiago Abascal, líder de Vox, a quien
tiene “el honor” de haber conocido, “es un héroe”: “El PP nos engañó a
todos”. Este extrabajador de AENA asevera que la formación ultra ha invitado a la gente a manifestarse pero que formalmente solo ha convocado una marcha motorizada este sábado.
El
“¡Gobierno dimisión!” se repite como un mantra por personas de diversas
edades. Una de ellas es Pilar Fernández, de unos 70 años, que carga
contra el Ejecutivo y cómo ha trabajado en esta pandemia. Marcos García,
de 29 años, sostiene que “lo hicieron todo mal desde el principio”. El
joven denuncia “censura en redes sociales”, pero cuando se le pregunta
si ha sido censurado desvía la conversación al confinamiento y a la
prohibición de salir a la calle. García atribuye a Sánchez que WhatsApp,
perteneciente al gigante Facebook, haya impedido enviar cadenas masivas
para combatir los bulos. La decisión, sin embargo, la tomó la propia
compañía.
El reloj da las 21.20 y tres sonoros “¡Viva la
Policía Nacional!” preceden un rotundo “¡Viva España!”. Los asistentes
se disuelven con un “Hasta mañana”; una señora brama “Marlaska dimisión”
y cierra la ventana. Hernán Cortés queda semivacía y la brisa marina
ondea las banderas de España. También mueve, dos calles más arriba, una
solitaria pancarta blanca donde pone “Sanidad Pública”. (Juan Navarro, El País, 23/05/20)
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