"Diciendo que “el trato de tú a tú no va a cambiar”,
el Gobierno de Pedro Sánchez ha querido tranquilizar a los españoles más
ricos que temen que, con la subida del salario mínimo, ya no puedan
seguir tratando como la mierda a las cajeras del supermercado, los
mensajeros o al personal de limpieza de los hoteles.
“Que no haya alarmismos. Que ahora cobren 900 euros no implica para
nada que sea necesario mirarles a los ojos o aprenderse sus nombres”,
explicaba un portavoz del Ejecutivo esta mañana. “Pese al aumento del
22,3%, el efecto en las relaciones interpersonales no va a notarse”,
insistía.
Tras el anuncio de la subida pactada hasta los 900 euros mensuales en
14 pagas, las alarmas sobre la destrucción de puestos de trabajo
saltaron desde la patronal.
El candidato a suceder a Joan Rosell al
frente de la CEOE, Antonio Garamendi, ha afirmado que “puede llegar un
momento en el que la gente tenga que ir al Starbucks saludando a todo el
mundo o que la recepcionista te conteste de malos modos”. Pese a todo,
muchos analistas reconocen que no hay evidencias empíricas que respalden
estos temores.
La desigualdad sigue siendo tan flagrante que los pobres seguirán
siendo cucarachas a ojos de todos, con la salvedad de que “subir el
sueldo mínimo interprofesional permite despreciar con menor cargo de
conciencia” y, por ejemplo, hace viable gritar a un empleado de Media
Markt “y aún así salir de allí como un señor”.
El Gobierno también ha querido tranquilizar a los ciudadanos
aclarando que la subida de impuestos a las rentas superiores a 130.000
euros tampoco implicará que los pobres dejen de tratar a los ricos como
personas mezquinas que les han robado todo lo que tienen." (Kike García, El Mundo Today)
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