"La Diputación de Barcelona, siempre a la cabeza en la lucha por los
derechos de mujeres, personas inmigradas y otros colectivos necesitados
de empoderamiento y mejora en sus condiciones de vida –y más desde que
es dirigida por el PDCAT, antigua Convergència, partido de sensibilidad
social donde los haya–, acaba de dar un nuevo ejemplo de integración
inclusiva y de defensa de la conciliación familiar de la mujer
trabajadora que esperamos sea pronto seguido por otras empresas y
administraciones.
En concreto hemos sabido que dicha preclara institución, financiada
con los impuestos de todas las catalanas y catalanes, pagará a partir de
ahora 6.000 euritos todos los meses a doña Marcela Topor, señora de
Puigdemong, por presentar un programa de televisión en inglés 2 horitas a
la semana, en un horario en que podrá ser cómodamente seguido por toda
la colonia de jubilados británicos residentes en las comarcas del Garraf
o del Maresme.
Gracias a esos modestos ingresos, la señora Topor –brillante
periodista a la que algunos llaman también “Sopor”, por su ágil y ameno
estilo comunicativo– podrá volver a enviar remesas económicas a su
necesitada familia en Rumanía, después del inesperado contratiempo que
para ellos debió suponer la pérdida de su anterior trabajo en El Punt
Avui Televisió (pequeña pero valiente cadena independentista en la que
su marido, hace unos años, la había directamente enchufado en atención a
sus múltiples méritos profesionales y humanos).
Y no se nos escapa que, con ellos, podrá también financiar los cuantiosos gastos que su muy honorable
esposo se ve obligado a afrontar desde que partió a su penoso exilio de
Waterloo, donde se ha tenido que refugiar a causa de su denodada
defensa de las libertades nacionales de Catalunya.
De hecho, corre el insistente rumor de que fue la propia Marcela
–reconocida vidente y experta en artes esotéricas, que gusta de visitar
la mistérica región de Transilvania cada vez que regresa de visita a su
país natal– la que sugirió a Puigdemong el lugar de su residencia en el
exilio, tras revelársele en una sesión espiritista que su marido no era
sino una rediviva encarnación de Napoleón Bonaparte, con quien comparte
heroico destino, preclara visión de la Historia, y elegante corte de
pelo revolucionario. Napoleong Puigdemong, dicen que le llama ella en la intimidad de su alcoba.
Sin duda habrá quien, maledicentemente, interprete que los recursos
públicos deberían dedicarse a otras necesidades, como contratar más
maestros o reabrir plantas de hospital cerradas.
Pero a nosotros no nos
cabe duda de que pocas formas hay mejores de dedicar el dinero de
nuestros impuestos a la promoción de los valores que hacen de la nuestra
–la catalana– una sociedad democrática, inclusiva, europea e
igualitaria. Porque, como decía el Comediant tabarnés Albert Boadella, hace ya unos cuantos años: “Els catalans… Som una meravella”. (Charnego news, 13/03/18)
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