"El expresidente de Bankia, Rodrigo Rato, está imputado por
presunto delito societario y de apropiación indebida en su gestión en la
quebrada entidad financiera, pero sin embargo parece que todavía podría
disponer de ganas, tiempo y dinero para abrir otros litigios por
asuntos en apariencia de poca entidad.
Al menos eso es lo que mantiene
una costurera de Gijón que vive atemorizada por las acciones legales con
las que le amenazó el exministro del PP.
La historia la narra la propia costurera, Patricia Vázquez, en El Comercio de Gijón, quien explica que Rato acudió a su tienda PV Entre Costuras el pasado verano para pedir presupuesto para reparar dos grandes cojines que estaban rotos por un lateral. Aunque el precio de la reparación, veinte euros, se le hizo caro al popular, anunció que se los llevaría y así lo hizo.
Sin embargo, Patricia explica que
entonces no estaba en la tienda y al volver se encontró con dos grandes
cojines a la puerta de su establecimiento: “Supuse que tenía mucha prisa
y que los había dejado allí para que los reparara, así que los metí en
la tienda y los cosí a mano, algo bastante complicado”.
Sin embargo y siempre según la versión de la costurera pasaron los meses “y Rato no volvió a aparecer” por lo que pensó que no regresaría para recuperarlos y en cualquier caso ella no disponía del espacio suficiente para guardarlos allí indefinidamente. Así el 23 de diciembre los donó a Cáritas y apenas una semana después volvió a aparecer por el local el exministro: “Le dije sin rodeos que los había regalado a Caritas y se enfadó muchísimo.
Me dijo que eran unos cojines de gran valor, hechos
con alfombras turcas y que su recuperación era imprescindible. Me pidió
que hiciera algo y le dije que no podía porque estaba ocupada”.
“No sé si había algo dentro, pero eran grandes y pesados. Me dijo que si no aparecían me las vería con sus abogados”, explica Patricia, según la cual el exministro llamó varias veces ese mismo día insistiendo en las medidas legales si no aparecían los cojines: “Le dije que con mi seguro se podía recuperar el dinero, pero él quería los cojines a toda costa”. Insiste en que eran “horrorosos y muy sucios”, bastante grandes (más de un metro de ancho y medio de largo cada uno) y que aunque estuvieran descosidos por el mismo sitio que no se le ocurrió que pudiera haber material sensible en el interior." (El Plural, 20/01/2015)
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