"Un gato doméstico lleva dos meses asistiendo al proceso de derrumbe
emocional y económico de su dueño, un empresario alicantino de mediana
edad en plena crisis con quien ha compartido la totalidad de su vida y
que, objetivamente, se lo ha dado todo.
El animal ha pasado la mañana jugando con unas pastillas de colores
que ha encontrado en el suelo y que cayeron de la boca del dueño, que
yace aún en el sofá raído del salón desnudo y con ganas de morir.
Como su propietario perdió el conocimiento panza arriba, el felino ha
podido dormitar más de tres horas tumbado encima de la barriga del
hombre, que se movía levemente al ritmo de la respiración y ayudaba al
animal a relajarse. Un sutil y lento ronroneo subrayaba el intenso
placer que sentía la mascota, que ha llegado a poner los ojos en blanco
de puro éxtasis.
“Compi”, nombre con el que se conoce al gato, lleva tiempo actuando
como si no advirtiera que su propietario ha engordado más de veinte
kilos y presenta los síntomas propios de una depresión aguda que
requeriría la asistencia inmediata de un profesional.
Al gato ni siquiera parece inquietarle el hecho de que el individuo
deprimido, totalmente alcoholizado y sin futuro, haya dejado de
cambiarle la arena y de servirle las latas de comida.
Ahora, el felino
sabe que puede hacer sus necesidades donde quiera, incluso encima del
tocadiscos, sin exponerse a represalias. Tampoco duda en comer los
restos de alimento que hay por la casa, así que hambre no pasa. La
situación, desde su punto de vista, ha mejorado.
Si algo tiene claro el animal es que se comerá a su dueño en cuanto
el corazón de éste deje de latir. Para acelerar el desenlace, la mascota
invertirá lo que queda del día en subir a la estantería donde permanece
boca abajo la fotografía del hijo del empresario, al que éste hace años
que no ve. Si logra tirar el marco al suelo y romperlo, es posible que,
al verlo, el individuo reúna las fuerzas suficientes para quitarse de
en medio de una maldita vez.
En estos momentos, el empresario deprimido se ha caído del sofá y
está llorando desconsolado en el suelo mientras, a escaso metro de él,
“Compi” se lame con fruición los genitales y piensa en los testículos
que, sin motivo aparente, un día le arrebataron." (El Mundo Today,el 10 de octubre, 2013 , Xavi Puig
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