El cartel con el que se presentaron Randy Quaid y su mujer ante las autoridades canadienses. Pedían asilo político por ser perseguidos por un escuadrón de la muerte hollywoodense
Randy Quaid y su mujer, Evi, el 22 de octubre de 2010 en la comisaría canadiense donde fueron detenidos
"Un actor estadounidense causa daños en una mansión (que no es suya) y acaba siendo demandado por una cantidad millonaria. El citado actor decide darse el piro y cruzar la frontera hasta Canadá. Cuando llega allí intenta pasar desapercibido hasta que un día dos agentes municipales le piden que se identifique. Al chequear la base de datos descubren que al hombre se le busca en su país de origen y lo llevan hasta el juez.
Una vez allí solicita ser acogido como refugiado político. "¿La razón?" Le preguntan los atentos funcionarios de inmigración. "Me persigue un escuadrón de la muerte enviado por los grandes estudios de Hollywood con el objetivo de acabar conmigo" responde el actor, como si hubiera perdido el control de su propia voz. Finalmente un juez dictamina que el chiflado y también su mujer, igual o más afectada que el marido, estén unos días en las instalaciones del departamento de inmigración hasta que se decida qué hacer con ellos. (...)
La historia, delirante, arrancó después de que Randy Quaid hiciera un papel secundario en Brokeback Mountain, donde ejercía de capataz homófobo que no quitaba el ojo de encima a los actores Jake Gyllenhaal y Heath Ledger. La película supuso un triunfo crítico y tampoco le fue nada mal en la taquilla. Aquello mosqueó sobremanera al buen Randy que exigió un porcentaje de los beneficios.
Cuando los productores le preguntaron -no sin razón- por qué deberían darle nada de nada, él contestó que cuando le contrataron le dijeron que le pagaban poco porque se trataba de un proyecto independiente. "Las películas independientes no dan dinero" vino a decir Quaid. Ante la calidad y sutileza del razonamiento los productores se lo pensaron durante cinco segundos y le dieron su respuesta: "no". El actor decidió entonces demandarlos a todos y cobrar lo que merecía. Perdió.
Sin embargo parece que en 2010 Quaid decidió que era el momento de descarrilar definitivamente, así, a lo grande. Hace unos meses, el actor y su esposa, Evi, ocuparon una casa que había sido suya en el pasado y la destrozaron de arriba abajo. La autoridad les cazó in fraganti y una juez de Santa Bárbara les condenó a pagar los destrozos. (...)
El juez ordenó su traslado y fueron llevados al comité que se ocupa de evaluar estos casos. Una vez allí, el matrimonio soltó a los demonios: "ocho amigos nuestros han sido asesinados bajo extrañas circunstancias en los últimos años. Nosotros podíamos ser los próximos. Creo que mi marido está en peligro", declaró la señora Quaid. Al parecer, los responsables de estas muertes ("asesinatos" según la extraña pareja) fueron cometidos por un escuadrón formado por asesinos a sueldo detrás de los que se encontrarían oscuras fuerzas hollywoodienses.
Ellos se habrían cargado -entre otros- a Heath Ledger o David Carradine y tendrían en su punto de mira al propio Quaid, razón por la que esté habría decidido en última instancia emigrar a Canadá. Lamentablemente, marido y mujer fueron incapaces de explicar más detalles (igual es que no les dieron suficiente tiempo o que los funcionarios creyeron que la primera parte de la teoría ya les daba una idea del conjunto y prefirieron ahorrarse el resto) y el comité se lo está pensando." (El País, 27/10/2010)
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