3/9/10

Se pierde un 'corot' en una misteriosa noche de juerga


'Retrato de una niña', de Corot

"Mezclar negocios con alcohol no suele ser la mejor de las ideas. Aunque las consecuencias que algo así pueden acarrear no suelen pasar de perder la cartera, hay también quien extravía, por ejemplo, un cuadro valorado en un millón de euros. Le ocurrió recientemente a un neoyorquino llamado James Carl Haggerty, empleado de una firma que alquila aviones privados. Su amigo Tom Doyle, copropietario del cuadro Retrato de una niña, del impresionista Jean-Baptiste-Camille Corot, le había ofrecido 25.000 dólares para que ejerciera de intermediario en la venta del lienzo.

Según la denuncia presentada por la también propietaria Kristin Trudgeon ante el Tribunal Supremo de Nueva York, y recogida ayer por la prensa estadounidense, Doyle acudió el 28 de julio con el cuadro a una cita con el marchante inglés Offer Waterman en su oficina del Empire State Building, adonde también acudió Haggerty. El comprador potencial examinó atentamente el retrato, fechado en 1857 y perteneciente hasta hace tres años a la colección del Hammer Museum de Los Ángeles, y solicitó analizarlo con luz ultravioleta para cerciorarse de su autenticidad.

Esa misma tarde Doyle llevó el cuadro a un restaurante, donde se encontró con Haggerty, a quien le encomendó que llevara el lienzo a Waterman, que se hallaba en su hotel. Allí, mientras el aspirante a propietario lo examinaba y se discutían los detalles del posible negocio, Haggerty se tomó varias copas.

Hacia las 23.30, el marchante se retiró a su habitación. Haggerty dejó el cuadro en la recepción del hotel y regresó al bar. Una hora y media más tarde, con esa ligereza que provoca el exceso de alcohol, Haggerty salía del hotel con el cuadro bajo el brazo, como desvelan las cámaras de seguridad del establecimiento, que le grabaron tambaleándose y tropezando con el portero. Dos horas más tarde, entraba en el portal de su casa pero esta vez, sin el lienzo. A la mañana siguiente, cuando habló con Doyle, le confesó que no tenía el cuadro y que "no podía recordar dónde había estado la noche anterior porque había bebido demasiado", según se recoge en la denuncia.

El cuadro extraviado podría haberse quedado en el maletero de un taxi, en otro bar o, quién sabe, quizás detrás del extravío haya una oscura historia para cobrar su seguro. Lo único que parece claro es que, aunque la obra reapareciera, el posible comprador ya no está interesado en adquirirlo: "Después de volver a verlo aquella noche en el hotel, Waterman perdió el interés en el lienzo", explicó su abogado." (El País, cultura, 02/09/2010, p. 33)

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