29/4/22

Albert Soler: El rey Felipe, la vergüenza de su padre... Miren si no al emérito Juan Carlos, que amasó una fortuna de 2.000 millones de euros y ve cómo su hijo apenas cuenta con 2,5 millones, una calderilla que el padre se gastaría en un fin de semana... ¿Cómo pueden los españoles tener respeto por un jefe de estado con menos dinero que un youtuber?

 "El rey Felipe, la vergüenza de su padre.

 Siempre hay hijos que decepcionan a los padres, esto es así desde Adán y Eva. Ocurre en las mejores familias, no se salvan ni los reyes. Miren si no al emérito Juan Carlos, que amasó una fortuna de 2.000 millones de euros y ve cómo su hijo apenas cuenta con 2,5 millones, una calderilla que el padre se gastaría en un fin de semana si así le lo solicitara la acompañante de turno, que en cuestión de mujeres no hace falta reparar en los gastos, hijo mío, a ver si tomas nota y te comportas borbonamente. 

 Y eso, sin escatimar tampoco en gastos de comilonas ni cacerías, a ver si se creen ustedes que es barato conseguir que le pongan delante de un un elefante que ofrezca mansamente la frente para que el regio cazador no erre el tiro. Y aún con tales dispendios, dos mil millones en el saco, niño, aprende, que al paso que vas, tendrás que enviar a Leonor e Irene a un colegio público.

 ¿Verdad que mis barcos se llaman «Fortuna» y «Bribón»? Ten cabeza, hombre, ten cabeza, que no cuesta tanto. 

-Dos millones y medio, qué miseria, no sé a quién se parece este niño, seguro que sale a la rama de los griegos- se lamenta el padre, negando su fracaso en la educación del hijo. Para tener reyes pelagatos, mejor una república, eso lo sabe bien Juan Carlos, y a fe que ha trabajado para asentar la monarquía a golpe de comisión.

 Felipe, en cambio, se contenta con la asignación presupuestaria, como un funcionario cualquiera. ¿Cómo pueden los españoles tener respeto por un jefe de estado con menos dinero que un youtuber? El abuelo del actual rey no tenía tampoco mucho dinero, pero al menos se las arregló para vivir siempre de gorra, que te hace muy monarca. 

Un rey sólo puede tener sacos de dinero y vivir como un pachá sin que le importe lo que digan, o bien estar asfixiado, y vivir como un rey sin que le importe lo que digan, pero a costa de pegar sablazos. O una cosa u otra, pero un rey con nómina y que no se permite lujos, ni es rey ni nada. 

Incluso los catalanes tienen su Vivales I de Waterloo ejerciendo de rey en el exilio, es decir, sin joder ni brote y pidiendo dinero como los niños del Domund. Julio Camba -ya a inicios del siglo XX- defendía al diputado Ibarra, acusado de comprar votos. «Cuando hay tantos diputados que solicitan votos y no los pagan, admiramos a quienes los abonan en el acto», escribía el gallego. Y añadía: «generalmente, el elector da el voto a la espera de futuros bienes, de cosas que el político le promete y casi nunca le da. Pues bien, los electores del señor Ibarra ya han cobrado». 

El caso de los reyes es similar: puesto que no necesitan comprar votos ni prometer nada a unos electores inexistentes, pueden dedicarse a ahorrar, céntimo a céntimo, hasta llegar a 2.000 millones. Lo que habla muy bien de Juan Carlos y muy mal de Felipe, que a saber en qué se habrá gastado el dinero para tener sólo 2,5 millones. 

 Los padres tienen siempre el deseo de que sus hijos vivan mejor que ellos, es ley de vida. Cierto que en el caso de Juan Carlos el listón estaba muy arriba, pero aun así hay que intentarlo. El rey emérito sería feliz sólo con que su hijo tratara de arrebatar con algo de dinero de dudosa procedencia, ni siquiera hace falta que sea mucho, la intención es lo que vale. Es muy duro para un padre comprobar cómo las esperanzas que depositó en su heredero, carne de su carne, se desvanece como dinero en manos de una amante."                   (Albert Soler, Diari de Girona, 29/04/22)

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