1/3/22

Se va uno tres semanas y cuando vuelve no encuentra ni rastro del proceso, ni de la pandemia ni del líder del PP, de cuyo nombre nadie quiere acordarse. Encuentra, en cambio, una guerra... una guerra acorde con los tiempos que corren, es decir, una guerra contada de forma melíflua y sentimentaloide, con unos medios que igual nos muestran la foto de una supuesta miss con un fusil de juguete, como entrevistan a un niño que nos cuenta llorando que su papá se ha quedado en casa para matar a los malos. Una guerra que cualquier día nos la relatan en Sálvame de Lujo. No es para dar ideas, pero echo de menos salir al balcón cada tarde a las ocho para aplaudir a los ucranianos... Vi el otro día por televisión una entrevista a un militar ucraniano, y en la parte inferior de la pantalla ponía «tiene dos hijos y su esposa está embarazada». Falta solo reseñar que su gato le añora, pensé, o quizás pretenden que los espectadores voten el nombre de la futura criatura, 0,60 euros la llamada... Si de ahora en adelante, a la hora de enviar a la gente al frente, se tiene en cuenta que cuanto más prole, más audiencia televisiva, en la próxima guerra me veo en primera línea. Y en la pantalla, el rótulo correspondiente: «tiene cuatro hijos y aunque su señora ya no está para los trotes de quedarse embarazada, sigue pagando pensión a sus dos ex esposas». Si con esto no lloran millones de televidentes, yo ya no sé

 "Cómo decíamos ayer.

 Se va uno tres semanas y cuando vuelve no encuentra ni rastro del proceso -el poco rastro que quedaba de él- ni de la pandemia ni del líder del PP, de cuyo nombre nadie quiere acordarse. Encuentra, en cambio, una guerra, y no cualquier guerra sino una guerra acorde con los tiempos que corren, es decir, una guerra contada de forma melíflua y sentimentaloide, con unos medios que igual nos muestran la foto de una supuesta miss con un fusil de juguete, como entrevistan a un niño que nos cuenta llorando que su papá se ha quedado en casa para matar a los malos. 

Una guerra que cualquier día nos la relatan en Sálvame de Lujo. No es para dar ideas, pero echo de menos salir al balcón cada tarde a las ocho para aplaudir a los ucranianos. El peligro es que esta forma de explicar las guerras marque tendencia. 

Vi el otro día por televisión una entrevista a un militar ucraniano, y en la parte inferior de la pantalla ponía «tiene dos hijos y su esposa está embarazada». Falta solo reseñar que su gato le añora, pensé, o quizás pretenden que los espectadores voten el nombre de la futura criatura, 0,60 euros la llamada. Imagino que tales detalles están destinados a buscar la lagrimita de los espectadores, esto es básico en las televisiones actuales, da igual que hablen de una guerra como de un divorcio entre famosos. 

Si de ahora en adelante, a la hora de enviar a la gente al frente, se tiene en cuenta que cuanto más prole, más audiencia televisiva, en la próxima guerra me veo en primera línea. Y en la pantalla, el rótulo correspondiente: «tiene cuatro hijos y aunque su señora ya no está para los trotes de quedarse embarazada, sigue pagando pensión a sus dos ex esposas». Si con esto no lloran millones de televidentes, yo ya no sé.

 ¿Y si el pobre militar tiene una querida? ¿Con qué ánimo se enfrentará a los rusos, sabiendo que en cualquier momento puede recibir la fatídica llamada? -¿O sea que a mí me dices que dejarás a tu mujer, y después sales en la tele presumiendo de familia? Llámenme antiguo, pero yo prefería las guerras de antes, cuando no sabíamos nada de la vida privada de los militares y lo peor que podía ocurrirle a uno era sólo morirse, y no que te armaran un sidral a la vuelta . Para ello, mejor desertar."                  (Albert Soler, Diari de Girona, 01/03/22)

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