"La guerra de Ucrania ha creado dos nuevas formas de diversión, que falta nos hacen. Una es coger a un amigo y un coche y conducir hasta allí para llevar de vuelta a dos refugiados. Apenas queda pueblo sin que un par de mossos hayan salido en los papeles explicando sus planes de socorro social.
Como llevar un par de refugiados no soluciona nada y además ya hay organizaciones que se dedican, imagino que lo que mueve a estos cuarentones solidarios son las ganas de sentirse queridos, y puesto que en su pueblo no lo consiguen, quizás en el este de Europa enredarán a alguien. Pronto los ucranianos sabrán que hay una peor invasión que la rusa: la de los catalanes que juegan a ser ONG. No matan tanto, pero son más pesados.
La otra variante de turismo bélico es la de quienes van a Ucrania a luchar. No son dos pasatiempos incompatibles, uno puede ir allí, disparar cuatro disparos -o hacerse una foto junto a una pared con disparos, que también vale para hacerse el héroe- y de regreso llevar un par de ucranianas. Escuché hace poco a un joven que se estaba pensando en ir a hacer el indio a Ucrania, explicaba que sería un gran soldado porque en los videojuegos mata a muchos enemigos.
Ante tal currículo, el chico debe tener ofertas de todos los ejércitos de mundo. Estos voluntarios no conocen más guerra que la del cine, y creen que como son los buenos, nadie los matará y de postre se atarán la tía buena del lugar, una enfermera igualeta a Angelina Jolie. No es que no hayan vivido una guerra, es que ni han hecho la mili, que aunque nada tiene que ver, al menos te da una idea de que la milicia va en serio.
A nuestros abuelos no se les ocurriría ni hartos de vino ir a echar disparos donde no se te ha perdido nada, porque ellos hicieron una guerra real. El mío luchó en un bando y su hermano en el contrario, y al tercero mis bisabuelos le escondieron hasta que acabó la guerra, que ya basta con ofrecer hijos para que los generales se cuelguen medallas.
Si encima la guerra concierne a otros, deberían arrastrarme por los pelos que no tengo, para que fuera. ¿Ucrania? Yo no lucharía ni por el mío, por mi país. Me identifico con Bogart en 'Tener o no tener', respondiendo a los franceses que quieren implicarle en la guerra: ustedes salven a Francia, que yo salvaré mi barco." (Albert Soler, Diari de Girona, 08/03/22)
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