"¿Dónde queda aquella idea de honestidad, de escrupuloso rigor en las cuentas, de austeridad, que debería ser consustancial a la virtud del servidor público y ejemplo para la sociedad? (...)
Cuando se descubre y trasciende --hoy día todo trasciende-- el caso por las “licencias por edad” en el Parlamento catalán, el efecto que produce en la ciudadanía ya no es de protesta e indignación, pues está asumido que desviar del erario público unos pocos millones de euros por aquí o por allá no es grave, es "el chocolate de loro” (pero hay que ver cómo come chocolate el pajarraco). (...)
La indignación ante un agravio es una reacción del nervio moral, es movilizadora, incita a responder, a plantar cara, a reclamar la devolución de lo sustraído.
(...) la señora Borrás de los famosos “trapis”, dice que está “trabajando para revertir esta situación”. Y mientras, también trabaja arduamente, con sus señorías parlamentarias, en dar virtuosa reparación a las mujeres perseguidas y ejecutadas por practicar la brujería... ¡en el siglo XVI!
Como dice el refrán, qui no té feina, el gat pentina. Quien no tiene trabajo, peina al gato. En realidad sabemos lo que quiere decir Trapis Borràs cuando dice que “estamos trabajando para revertir esta situación”. Quiere decir lo siguiente:
--Estamos peinando gatos. Cobramos por no trabajar,
por pregonar tonterías patrioteras. Alcanzamos grandes acuerdos sobre la
bruja Pirula. Acordamos subirnos el sueldo. En fin, nos hemos otorgado
esta variante de la “licencia por edad”. (Ignacio Vidal-Folch , Crónica Global, 21.01.2022)
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