"Joseph Ratzinger, el papa emérito Benedicto XVI,
ha roto su silencio y ha publicado un documento de 18 páginas en el que
analiza algunas de las causas de la plaga de los abusos a menores que
azota a la Iglesia. El texto, titulado La Iglesia y los abusos sexuales, navega por la situación actual con el pretexto de la cumbre que el Vaticano celebró el pasado febrero
y señala fundamentos teológicos para lidiar con uno de los momentos más
complicados de la Iglesia católica.
Pero el pontífice emérito, de 91
años, va mucho más allá del ámbito eclesiástico y atribuye el problema a
una evolución de las costumbres sexuales producida en toda la sociedad y
originada durante la revolución sexual de los años sesenta. Además,
culpa a “una justicia garantista” con los sacerdotes de parte de su
impunidad y de la falta durante años de castigos más severos. (...)
“Se puede decir que en los 20 años entre 1960 y 1980, los
estándares vinculantes hasta entonces respecto a la sexualidad
colapsaron completamente, y surgió una nueva normalidad que hasta ahora
ha sido sujeto de varios laboriosos intentos de disrupción”.
Pero el Papa emérito va más allá en la demonización de ese periodo y
señala que "parte de la fisionomía de la Revolución del 68 fue que la
pedofilia también se diagnosticó como permitida y apropiada".
En la segunda, se refiere al impacto que tuvo una cierta decadencia
moral de aquel periodo de los sacerdotes; y, en la tercera, lanza una
propuesta para encarar una situación que, según él, "no fue aguda hasta
mediados de los años 80". El texto, sin embargo, no da referencias
claras sobre cómo erradicar los abusos a menores en el seno de la Iglesia y concluye que la pederastia ha alcanzado "estas proporciones" ante "la ausencia de Dios". (...)" (Daniel Verdú, 11/04/19)
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