"(...) Tengo la impresión de que, gracias a nuestros políticos en el trullo y al conducator Torra, estamos a punto de que un observador imparcial
nos compare con La Banda del Empastre y el Bombero Torero.
Y es que, a
hacer el ridículo, de momento, no nos gana nadie y ya puede Tarradellas
retorcerse en su tumba: los del frente de prisiones se ponen en huelga
de hambre y luego nos enteramos de que se están empapuzando de zumos nutricionales
que los mantienen en plena forma; con lo que la huelga de marras tiene
más que ver con la veraniega operación bikini o con una terapia previa a
las comilonas de Navidad, durante las que Torra se lanzará sobre los
canelones con la misma fiereza que sobre aquel bocata con el que se
retrató en su cuenta de Instagram (tan visitada, ¡o más!, que la de Kim
Kardashian).
Por su parte, ese demente
que dice ser presidente de la Generalitat (aunque en posición subrogada,
pues debe obediencia al majareta de Waterloo) consigue que le reciba el
presidente esloveno --quien se apresura a declarar, nada más conseguir
que Mr. Ratafía desaloje su despacho,
que lo de la independencia es un asunto interno de España--, se viene
arriba y ya se ve en las barricadas junto al heroico Comín, que lo más
arriesgado que debe de haber hecho en su vida es cruzar una calle con el
semáforo en ámbar.
A continuación, se encierra en Montserrat para hacer
como que pasa hambre en solidaridad con sus secuaces --no sería de
extrañar que los monjes me lo atiborren de carquinyolis y lo paseen bajo palio por las instalaciones del monasterio--
y se apunta al absentismo laboral, aunque nadie nota la diferencia
porque cuando está en su despacho tampoco gobierna, pues dedica lo mejor
de su tiempo a coordinar los ataques de los CDR.
Ah, y a preparar las acciones de guerrilla urbana para el día del
consejo de ministros, esa provocación intolerable de los españoles,
según la señorita Artadi.
Aquí se impone el impeachment que Donald Trump lleva pidiendo a gritos desde que accedió al retrete oval, estratégico
emplazamiento desde el que dirige la mayor potencia mundial a base de
tuits. O eso o ponerle de vicepresidente a Toni Albà para ver si
revienta todo de una puñetera vez: ese orate es capaz de montar él solo
una nueva guerra civil.
En fin, que la situación es desesperada, pero no
preocupante, y más vale tomársela con filosofía. Si a esta tropa le da lo mismo que Cataluña sea el paisito más ridículo del mundo, ¿por qué habría de amargarme yo la vida?" (Ramón de España, Crónica Global, 11/12/18)
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