"(...) este año los catalanes hemos conseguido reinventar la Semana Santa gracias a la fe en un nuevo Mesías, el cesante Carles Puigdemont.
Debí olerme la tostada cuando sor Lucía Caram --seguida poco después por Joan Tardà-- tuiteó una comparación entre KRLS y JC Superstar, a raíz de la detención del expresidente y su encierro temporal en el penal alemán de Neumünster, que albergó, por cierto, al gran escritor Hans Fallada (1893-1947), autor de la mejor novela que uno haya leído sobre las alegrías y miserias del alcoholismo, El bebedor,
publicada póstumamente en 1950: el alcohol, como la religión y la
patria, también tiene una mística, aunque sus creyentes te lo hagan
dudar cada vez que se caen del taburete.
El procés
siempre ha tenido un componente religioso. Establece una división entre
los creyentes y los que no lo son, entre los que tienen fe y los que
carecen de ella. Ese componente se ha visto potenciado por el
prendimiento del Mesías un domingo de ramos.
Y la Semana Santa
tradicional --que debe seguir celebrándose, pero en sordina, pues hasta
el abad de Montserrat está más
preocupado por el destino de Puchi que por el de Jesucristo-- ha sido
sustituida por una semana de pasión nacionalista. Las procesiones se han
convertido en las manifestaciones de Òmnium y la ANC.
Los capirotes son ahora los hoodies
de los creyentes de los CDR, que parecen una mezcla de los Jóvenes de
Acción Católica y las Damas del Ropero, pero en versión alternativa.
Las
misas se celebran en el Parlament, bajo la atenta supervisión de
monseñor Torrent,
empeñado en superarse a sí mismo y proponer como Sumo Sacerdote de la
tribu --tras haberlo intentado con un prófugo de la justicia y un
presidiario-- a un presidiario prófugo de la justicia. Todos estos actos
sagrados son convenientemente retransmitidos por TV3,
que contribuye con entusiasmo a crear la imagen de unos nuevos
cristianos maltratados por esos nuevos romanos que son los españoles
(incluyendo a los catalanes impíos).
Un calvario sustituye a otro, pero los creyentes siempre acaban imponiéndonos su agenda a los demás." (Ramón de España, Crónica Global, 29/03/18)
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