"Puede parecer una noticia de El Mundo Today, pero no lo
es: el pasado 22 de abril Islandia derogó una ley que permitía matar a
todos los vascos que pusieran el pie en la zona oeste de su territorio.
No, no es broma: la norma llevaba 400 años vigente en ese país (...)
No, no es broma: la norma llevaba 400 años vigente en ese país (...)
Pero lo cierto es que entró en vigor en septiembre de 1615 cuando el comisario de la zona de los fiordos al oeste del pequeño país nórdico, un tal Ari Magnússon, ordenó matar a 32 marineros vascos de Gipuzkoa que se dedicaban a la caza de ballenas y que habían naufragado frente a las costas islandesas tras una tormenta.
Tan luctuoso acontecimiento es conocido en Islandia como El Asesinato de los Españoles. La costa oeste de Islandia era una zona de pesca muy frecuentada por los balleneros vascos;
de hecho, las investigaciones históricas, las excavaciones
arqueológicas y no pocos documentos, demuestran que a lo largo del siglo
XVII la presencia de vascos en Islandia fue "muy relevante, y que el
intercambio entre vascos e islandeses fue muy fructífero, tanto en
términos comerciales como culturales".
Según cuentan las crónicas, por aquella época vascos e islandeses compartían una estación ballenera en la costa islandesa y ambos se beneficiaban, pero al naufragar y aparecer por allí 32 marineros, la población local temió que les fueran a robar su pesca.
Tras un mes de escaramuzas, tensión y discusiones, el comisario Magnússon decidió que había que lo mejor para acabar con la disputa era pasar por las armas a los 32 balleneros vascos y concedió la prerrogativa de hacerlo a los locales. Y así hasta hoy, pues a Magnússon se le pasó derogar esa prerrogativa; o quizás pensó que muerto el perro se acabó la rabia y que era un gasto inútil derogar una norma que seguramente no tendría que volver a usar. (...)" (Público, 28/04/2015)
Según cuentan las crónicas, por aquella época vascos e islandeses compartían una estación ballenera en la costa islandesa y ambos se beneficiaban, pero al naufragar y aparecer por allí 32 marineros, la población local temió que les fueran a robar su pesca.
Tras un mes de escaramuzas, tensión y discusiones, el comisario Magnússon decidió que había que lo mejor para acabar con la disputa era pasar por las armas a los 32 balleneros vascos y concedió la prerrogativa de hacerlo a los locales. Y así hasta hoy, pues a Magnússon se le pasó derogar esa prerrogativa; o quizás pensó que muerto el perro se acabó la rabia y que era un gasto inútil derogar una norma que seguramente no tendría que volver a usar. (...)" (Público, 28/04/2015)
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