"Año 2012. Un día de navidad como muchos otros. Toni y su familia
hablan de temas banales durante la sobremesa de la comida navideña y el
tío del joven, de profesión químico, coge una pequeña cantidad de azúcar y pellizco de una inofensiva sal de laboratorio
(clorato sódico).
“Mirad, mirad, esto que es azúcar se enciende como si
fuera una cerilla”, explicó el tío de Toni. Después del experimento,
muy similar al que se incluye en el juego Quimicefa Plus, que se puede
encontrar en todos los grandes almacenes, Toni se guardó en el bolsillo
un minúsculo bote de 4cm con una reducida cantidad de la muestra para hacer el inofensivo experimento con sus amigos.
Pero se olvidó. Según explica este vecino de Mataró, el bote era tan
pequeño que, sin darse cuenta, se quedó en la chaqueta durante cuatro
meses. Fue el 23 de abril de 2013 a mediodía cuando Toni y su amigo Eric
bajaban hacia las Ramblas de Barcelona para visitar los puestos de
libros de la Diada de San Jordi.
De golpe, comienza una historia que a día de hoy amenaza a los dos
con el ingreso en prisión. Una patrulla de Mossos d'Esquadra les detiene
y les registra. Los agentes encuentran el pequeño bote con 2,56 gramos
de mezcla de polvos de color blanco. Según consta en el atestado, “llamó
la atención” de los policías por el hecho de que “fijaban su atención
en las entidades bancarias y los párquines” de las calles València,
Conde Borrell y la avenida Roma.
Según la policía, en el bolsillo de
Eric encontraron un plano de Barcelona con un recorrido marcado con bolígrafo que coincidía con el de la manifestación del Primero de Mayo,
que se celebraría una semana más tarde. El bote con el polvillo de
azúcar y sal quedó confiscado.
Dos días más tarde, la Unidad Central del
Laboratorio Química de la policía científica de los Mossos d'Escuadra
analizó la sustancia y la catalogó genéricamente como “material explosivo”.
El Juzgado de Instrucción 28 de Barcelona, dirigido por la jueza Olalla
Ortega, abrió diligencias por un presunto delito de tenencia de
explosivos y la Fiscalía pide una pena de cuatro años y seis meses de
prisión. (....)
En relación con este procedimiento, el abogado Andrés García Berrio
–letrado de la defensa de los jóvenes– considera que “es absolutamente
surrealista, lo estamos intentando archivar desde un primer momento,
dado que la cantidad de sustancia es irrisoria, hasta inferior a la que contiene un petardo comercial
de tamaño medio, y que no podría explotar en un ningún momento, sólo
deflagrar”.
La jueza de Instrucción 28 y la Sección de la Audiencia de
Barcelona que dirigía hasta hace unos días el magistrado Santiago Vidal
“tumbaron nuestros recursos porque ni tan solo entendieron desde un
punto de vista técnico que no estamos hablando de ningún explosivo”.
“El
delito de tenencia de explosivos tiene que llevar asociado que sea un
peligro para la sociedad y, en este caso, no es así, esperemos que
durante la vista oral se aclare el malentendido”, manifiesta esperanzado
García Berrio.
Los dos jóvenes han creado una página web
para dar a conocer su caso, en la que denuncian que todo el proceso se
enmarca dentro de un “reciente aumento de la criminalización contra la
población” y hacen un llamamiento a “no quedarse mudos ante esto y
muchos otros casos." (Diagonal, 09/03/2015)
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