"El autor confeso del robo del Códice Calixtino,
José Manuel Fernández Castiñeiras, ha entregado en el juzgado que
instruye su causa un manuscrito de 15 folios en el que vierte
acusaciones de robo y de prácticas sexuales en el ámbito religioso del
entorno de la catedral de Santiago.
El manuscrito fue presentado ante el Juzgado número 2 de Santiago el 14
de febrero junto con una solicitud para se uniese al procedimiento,
según confirmaron fuentes judiciales.
En una afirmación inicial se
dice que se trata de un "acta de manifestaciones que consta de 15
páginas" en las Fernández Castiñeiras se ofrece a "ratificar esta
declaración", que fecha en el mismo día de presentación en el juzgado.
El autor confeso del robo del Códice Calixtino está acusado de delitos
contra la intimidad, robo continuado con fuerza en las cosas, hurto y
blanqueo de dinero.
En el texto hológrafo presentado ante el
juzgado, señala que "la gente no llegar (sic) nunca a enterarse de lo
que yo he vivido y visto, por eso pido declarar ante el juzgado para
poder manifestar lo que ahora digo en este escrito".
"La gente nunca se
enterará de la tristura que yo siento y he sentido durante años al
contemplar, por haberlo visto cuando iba a rezar, cuando iba a tomar un
café, o cuando me lo contaban los propios protagonistas en la confianza,
que ni la pobreza ni la castidad existe en algunas personas que se les supone".
José
Manuel Fernández Castiñeiras se refiere a casos concretos, con nombres y
apellidos, de lo que llama "actitudes que iban más allá de lo
humanamente paternal", "intensa relación sentimental" o "relaciones
sexuales", que, en ocasiones, dice haber presenciado, así como
frecuentes "palmaditas en el culo".
En
cuanto al robo de dinero en la catedral, de lo que él mismo está
acusado, afirma: "En la Catedral yo siempre vi que robaban dinero" antes
de dar cuenta de episodios específicos. "Metían la mano en la bolsa y sacaban dinero, eso lo vi yo", afirma en otro de los pasajes, en el que acusa al entorno del templo de aprovechamiento privado de las ofrendas.
En
un momento de su relato dice: "cuando venían las ofrendas en cestos o
recipientes con plata, jamones, buenos vinos, etc cogían lo mejor y se
lo llevaban (...) y el resto lo veía yo entrar por la puerta que va a la
sacristía (pero ya habiendo vaciado parte de cesta o recipiente)...".
En la parte final del escrito, reconoce que "llevaba tiempo pensando en
cómo hacer para que la gente se entere de lo que estaba pasando en la
Catedral de Santiago de Compostela". Concluye que su relato "no es más
que un pequeñísimo granito de arena de lo mucho que tengo por manifestar
siendo todo verdad sin la mas mínima mentira". (Público, 18/02/2013)
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