14/12/25

Trump ha decidido que el verdadero enemigo de la democracia es un tipo de letra, la 'colibrí'... así pues, Marco Rubio ordena a la diplomacia estadounidense volver al tipo de letra tradicional, la 'times new roman', pues la 'colibrí' no solo es “woke”, sino que carece además de “decoro institucional” (Quim González Muntadas)

 "Hay días en que uno sospecha que la política estadounidense ha entrado definitivamente en la fase teológica. Y no una teología de las serias —que de esas se aprende—, sino esa versión de andar por casa donde lo sagrado se confunde con lo ridículo. La última revelación divina nos llega esta vez desde el Departamento de Estado cuyo flamante responsable, Marco Rubio, ha decidido que el verdadero enemigo de la democracia no es el hambre, ni las guerras interminables, ni el negacionismo climático. No. El problema, al parecer, era Calibri.

Sí, la letra. La tipografía con la que tú y yo hemos escrito informes, notas o correos sin sospechar que estábamos participando en un complot de alcance planetario. Porque, según Rubio y compañía, Calibri no solo es “woke”, carece además de “decoro institucional”. Una acusación gravísima, digna de un tribunal tipográfico internacional. Y el veredicto, cómo no, ha sido inmediato e implacable: destierro fulminante de la hereje. En su lugar, regresa la venerable Times New Roman, solemne, disciplinada, con olor a pergamino y misa de doce. Se acabó la blandenguería visual, vuelve la seriedad en formato serif.

Lo sorprendente —o quizá ya no tanto— es la capacidad infinita de algunas políticas para convertir lo accesorio en trascendente. Cuando la elección de una fuente pasa a elevarse a acto moral, a símbolo de resistencia frente a quienes defienden la igualdad, la diversidad o la necesidad de actuar ante el cambio climático, uno comprende que la política ha cruzado la frontera que separa el gobierno de la superstición. Y casi se imagina a los servicios diplomáticos del país más poderoso del mundo respirando aliviados: “Menos mal, podremos negociar la paz en Oriente Medio, en Ucrania o donde sea, sin usar Calibri, esa letra sospechosa”.     

La paranoia política empieza siempre por lo pequeño: un pronombre mal escogido, un peinado indebido, una tipografía demasiado amistosa. Y luego crece. Porque, a este paso, no tardarán en desterrarse ciertos colores —no vaya a ser que evoquen ideas peligrosas—, poemas, películas, libros, músicas… y, finalmente, como dicta el manual de toda secta ideológica, las ideas mismas.

Lo dramático —y aquí se acaba la risa— es que estas batallas absurdas ocupan espacio, tiempo y titular. Mientras tanto, la pobreza sigue aumentando, se detiene a inmigrantes sin garantías, y el planeta continúa calentándose sin freno. Pero el adversario a combatir, nos dicen, es Calibri. Cuando un gobierno dedica energías a castigar una letra, es que ha renunciado a enfrentarse a lo realmente incómodo: la injusticia, la desigualdad, la exclusión.

Y como uno también tiene sus pequeñas rebeldías, confieso que, sin saber muy bien por qué, siempre he usado Times New Roman. Pues bien: desde hoy, en mi ordenador no habitará otro tipo de letra que Calibri. Llamadlo gesto simbólico o acto de militancia tipográfica frente a Marco Rubio y la administración Trump. Pero qué quieren que les diga: a veces, llevar la contraria es un deber democrático.

Y si a alguien le molesta, pues que se aguante. O, dicho en el lenguaje más universal de todos: que se jodan."        (Quim González Muntadas, blog, 11/12/25)

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