"A Pere Aragonés le da vergüenza decir «mujeres». Es natural, los niños son así de vergonzosos, dentro de unos años, cuando se le despierte la libido, seguramente no sólo pronunciará «mujeres» sin ruborizarse sino que, quién sabe, quizás alguna le hará tilín.
Mientras tanto, se refiere al género femenino como «personas que menstrúan», que no es mala idea, por más que mi pobre madre, a sus 83 años, se haya sentido excluida y quiera elevar una proposición para que de aquí en adelante el político de ERC se refiera a «personas que menstrúan o han menstruado».
Tampoco es que le importe mucho, de hecho cuando el mismo niño barbudo se refiere a «pobreza menstrual», mi madre se encara con el televisor y dice que por pobreza menstrual la suya, que hace años que ni una gota.
La idea de referirse a las señoras como «personas que menstrúan» es digno de encomio en estos tiempos de modernidad. Pero hace que los hombres nos sentimos marginados, lo que alguien que aspira -o aspiraba o aspirará o aspiraría o qué se yo- a ser el presidente de todos los catalanes, no se puede permitir. Si ellas son «personas que menstrúan», nosotros exigimos también alcanzar un estatus de acuerdo con los tiempos modernos. No podemos ser simples hombres, esto es como no ser nada.
Para distinguirnos de las personas que menstrúan, nosotros podríamos ser las «personas empalmantes. Entre las personas que menstrúan y las que -con mayor o menor fortuna- se empalman, más las que un día menstruan y las que otro día se empalman, Aragonés tendrá cubierta toda la población catalana, al menos de cintura para abajo.
Tengo la certeza de que si no fue elegido presidente, fue porque se dirigió a los «diputados y diputadas» del Parlamento así, como se ha hecho toda la vida, lo que lo hizo quedar como un carca anticuado, a pesar de su tierna edad. Si hubiera hecho uso de sus hallazgos lingüísticas, se habría asegurado la mayoría absoluta en primera votación, ya que en Cataluña esto se valora mucho.
Las personas empalmadas no podemos quedar marginados en la nueva legislatura, que al igual que existe la pobreza menstrual, existe la pobreza de empalmamiento, no menos dramática." (Albert Soler, Diari de Girona, 02/04/21)
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