"Los funcionarios de la prisión de Navalcarnero me maltrataron muchísimo”. Es la cruda revelación que ha hecho el exconseller de Territori, Josep Rull,
en una entrevista en RAC1, la primera desde hace dos años, en la que ha
explicado su día a día en la cárcel, ha dado algunos detalles del libro
que acaba de escribir y ha hablado de política, en particular, sobre la
mesa de negociación con el Gobierno y la ordenación del espacio
posconvergente
Rull ha explicado vejaciones, nunca físicas, en esa estancia. Ha
detallado situaciones, como cuando un funcionario le advirtió al llegar a
la prisión de Navalcarnero: “Se os ha acabado la tontería catalanes”, a
lo que el exconseller replicó: “No se nos acabará ni ahora ni nunca”.
Pero el funcionario advirtió entonces: “Pues os vais a pudrir aquí en la
cárcel toda la vida por traidores”. Ese solo fue el inicio de lo que
les esperaba, una hora de vejaciones.
El exconseller ha explicado diferentes ejemplos del maltrato que
asegura haber recibido en la primera cárcel a la que llegó, solo, ya que
los otros políticos presos fueron a otros centros penitenciarios. Según
ha relatado, después de que le hicieran la fotografía para el
registrarlo en prisión, un funcionario le dijo que enviaría la
fotografía a la prensa para que saliera en todos los telediarios y los
españoles vieran la cara de “traidores”.
Cuando le entregaron una bolsa con las pertenencias con las que
pasaría su tiempo en la prisión, otro le advirtió: “Te vas a pasar
tantos años aquí encerrado por traidor que el auto el de la jueza Lamela
te lo vas a aprender de memoria”.
También ha explicado que un funcionario joven de la prisión le
devolvió una cruz que llevaba Rull habitualmente y que le dijo “No
entiendo nada porque, cuando has entrado, estábamos pletóricos porque
los traidores tenéis que estar en la cárcel pero ahora que sé que eres
cristiano... Mira, España se ha construido a partir de la cruz, en
Cataluña estáis llenos de moros y, aunque nos odiéis, vuestros hermanos
españoles iremos a Cataluña a salvaros de los moros”.
Fueron los momentos en que se sintió más maltratado por los funcionarios
de prisiones, sobre las que ha remarcado las diferencias entre las de
Madrid y la de Lledoners. En Soto del Real, donde más tiempo estuvo
mientras permaneció en Madrid, “te pasas 16 horas de celda al día”,
mientras que “aquí, si te buscas bien las vida, puedes pasarte 11 horas”
en la celda. “Las prisiones castellanas son aparcamientos de personas”
mientras que la de Lleoners tiene “la idea clara de la reinserción y, si
haces cosas, trabajas, vas a la escuela..., se pueden obtener permisos y
salir de prisión”.
El reo, que sacará para Sant Jordi su libro titulado ‘Un dia
d’octubre i dos poemes. Quan l’esperança venç la por’, también ha
explicado algunas curiosidades de su vida en la cárcel, como que su
compañero Jordi Turull es el rey del spinning, que Raül Romeva “nos hace
de profesor y es durísimo” y que hace musculación, de manera que ahora
“soy un hipertrofiado”.
El dirigente ha comentado que una de las lecciones que saca de la
cárcel es que ahí dentro “se acaban los prejuicios”, lo cual le ha
permitido hacer amigos de muchas procedencias, entre ellos un gitano de
Barcelona.
También ha explicado uno de los pocos momentos en que realmente ha
pasado miedo en la cárcel, cuando su hijo pequeño se cayó en la cárcel
de Lledoners y tuvieron que llevarlo al hospital. Este hecho lo relata
en el libro, y de él ha explicado que era víspera de Reyes, que él
dependía del Supremo pero allí no había nadie que pudieran darle permiso
para salir y que la consejera y el secretario de Medidas Penales
“tuvieron una actitud extraordinaria”. Así, a través del juzgado de
vigilancia penitenciaria pudo salir para acudir al hospital, pero
describe esas cuatro horas que pasaron como un “sufrimiento
indescriptible, inimaginable”.
Aquel episodio hizo que en determinada prensa se denunció que
hubiera podido salir sin permiso del Supremo y que, por tanto, había
tenido un trato preferente. Aquellas acusaciones le hicieron pensar que
“esta gente no tienen límites morales”. Así, “para defender la unidad de
España, están dispuestos a todo”, y “no había ni un punto de compasión
por el sufrimiento de un niño, de un niño de cuatro años, no había
empatía, cero empatía”, ha lamentado. (...)" (Luis B. García, La Vanguardia, 04/03/20)
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