"Hola, soy Antonio, no se sorprendan de mi catalán, los muertos tenemos la facultad de hablar todas las lenguas, incluso las muertas (noten que casi un siglo criando malvas, desarrolla el sentido del humor).
Mi vida -si se puede decir así- en Colliure es más bien aburrida, primero me hacían gracia las excursiones escolares que me visitan, pero al final uno se harta de que le reciten cada día sus propias poesías.
«Y Cuando llegue el día del último viaje ...», sí, reconozco que me quedó bien, pero 81 años aguantando adolescentes que me lo repiten, me dan ganas de haberme exiliado más lejos, donde no lleguen los viajes de fin de curso.
Jim Morrison me cuenta que encima su tumba beben cerveza y que de vez en cuando alguna pareja va a follar. Debería haberme dedicado a la música.
Por eso agradezco los ratos de diversión, tan escasas entre el gremio de los difuntos, que en general nos aburrimos como muertos. Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, pero mi muerte serán ya para siempre recuerdos de Puigdemont en mi tumba, queriendo apropiarse de mi memoria.
Si no fuera que a los fallecidos no nos está permitido reír, la imagen de aquel tipo de abrigo oscuro y sonrisa de chiflado, haciéndose llamar exiliado, me habría hecho estallar en carcajadas.
Ya me hubiera gustado a mí tener un exilio de cinco estrellas como el suyo, con palacete y todos los gastos pagados, al igual que la mantenida de un industrial catalán.
Los conozco bien, a los que no saben nada de mí y vienen sólo a hacerse la foto, vanidosos todos ellos. Son divertidos incluso en su ignorancia, y éste en concreto supera todo lo que he visto en las últimas ocho décadas, tanto en diversión como en estulticia.
Incluso pretendía colgar una estelada aquí, junto a la bandera de mi España, la republicana. Alguien dijo que era una falta de respeto, pero no lo creo, era simple y llana ignorancia, se ve a la primera que es hombre de pocas luces.
Los exiliados de mi época no teníamos tiempo de ir a hacer el papanatas en el cementerio, íbamos sólo en el último momento y con las piernas por delante. El día quele encuentre en Pla le tengo que preguntar cómo es que últimamente los más tontos vengan siempre de Girona, precisamente la última tierra española que pisé. Quedará de muerte." (Albert Soler, Diari de Girona, 03/03/20 , traducción google)
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