"Lo que parecía un trámite más del negocio del narcotráfico
se convirtió en un infierno para un traficante español de 27 años.
Ocurrió el 17 de octubre. Aquel día había cerrado la venta de 800 gramos
de cocaína y todo estaba listo para la operación. Su labor era la de
intermediario entre la organización criminal a la que pertenecía la
droga y el comprador final.
No lo conocía. Y acabó sufriendo una estafa
porque el dinero que cobró era falso. Sus proveedores, al ser
informados, acabaron reteniéndolo a la fuerza, amenazándolo y exigiendo a
su familia un rescate de 24.600 euros para saldar la deuda que había
contraído. Y aunque consiguió escapar con vida, fue capturado por la
policía por un delito contra la salud pública. En apenas unas horas pasó
de narcotraficante a rehén y, finalmente, detenido. Sus tres captores
también han sido arrestados.
El joven había realizado un intercambio rápido y limpio. Él entregó un paquete con casi un kilo de cocaína
y, a cambio, recibió un fajo de billetes que se correspondía con el
precio pactado: casi 25.000 euros. Eso es lo que creía. Porque cuando,
más tarde, comprobó el dinero, se percató de que solo había 300 euros de
curso legal. El resto era papel y cartón para rellenar. Ahí comenzó a
torcerse su jueves.
Al informar a los proveedores de la sustancia, estos lo retuvieron en
la vivienda de uno de ellos y minutos después los trasladaron a hasta
otro domicilio. Allí lo inmovilizaron, golpearon y lo amenazaron.
Encomendaron a un hombre de 53 años la labor de vigilarlo: le dieron dos
cuchillos para evitar que escapara y por dicho trabajo le pagaron con
varias dosis de estupefacientes y dinero en metálico. Los captores
obligaron al joven a llamar a su padre para que le informara de lo
sucedido y le solicitara 24.600 euros para conseguir su liberación. La
cifra serviría para saldar la deuda.
Tras colgar el teléfono, el progenitor acudió a la comisaría de Policía de Nacional
de Marbella horas después para denunciar lo sucedido. Eran las 21.30.
Arrancó entonces una investigación que, poco después, llevó a los
agentes hasta el lugar donde su hijo estaba retenido.
Los investigadores
establecieron un dispositivo de vigilancia. Y, antes de entrar en
acción, ya de madrugada, vieron cómo el secuestrado salía del lugar
donde estaba retenido: había podido huir. Su alegría acabó rápidamente:
allí mismo fue detenido por la Policía Nacional. Y cuando contó todo lo
sucedido en comisaría, fue detenido por un delito contra la salud
pública.
Esa misma jornada fue arrestado el hombre de 53 años que lo vigilaba
por su presunta implicación en un delito de secuestro. Tres días más
tarde, los agentes también localizaron y capturaron a los dos captores:
dos hombres de 26 y 41 años, el primero de nacionalidad argentina y el
segundo español, por delitos de tráfico de drogas y secuestro." (Nacho Sánchez, El País, 24/10/19)
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