"(...) el presidente de la Generalitat de Cataluña ha vuelto a hacer gala de
las versátiles e innumerables virtudes que le adornan. Así,
sobreponiéndose al peso de sus obligaciones y múltiples preocupaciones
como gobernante, se ha convertido seguramente en el primero de ellos en
aparecer promocionando una bebida alcohólica --la ratafía-- con sus 25º a 29º.
Tan innovadora gesta la llevó a cabo a través de un vídeo colgado en
las redes sociales en que ensalzaba las virtudes --llamémosle-- cívicas
del susodicho mejunje, elaborado en su localidad natal de Santa Coloma
de Farners. Las explicaciones propiciadas constituyen un compendio de
las teorías (sangre y tierra) que tanto éxito tuvieron en la Alemania de los años treinta del siglo pasado.
El señor Torra hace de la ratafía un ejemplo de la “pureza de sangre”
ya que, tras presentarnos la garrafa con su propia elaboración, se
enorgullece de explicarnos que ya la fabricaba su abuelo y el abuelo del
abuelo. Para el presidente de todos los catalanes, “la ratafía es la
familia, es tradición” es “quienes somos, la hacemos para recordar de
dónde venimos”.
Por si lo de la sangre y la raza no hubiera quedado
suficientemente claro, nuestro presidente-intelectual pasa a la
tierra porque, por lo visto, “la ratafía es país, es paisaje, es color,
es luz”. No acaban sin embargo las propiedades reconstituyentes de ese
licor dulzón que nada tienen que envidiar ni al aceite de hígado de
bacalao, ni a la Quina San Patricio de mi infancia, ya que la ratafía
“nos hace un poco más fuertes como país”.
¡Ah! La ratafía es a los catalanes lo que la pócima mágica
a los galos de la aldea del guerrero Astérix y su amigo Obélix que
resisten a los romanos, el último bastión para completar la invasión de
las Galias.
El druida Panorámix, con sus níveas barbas, tras recolectar
en los bosques con su hoz de oro los ingredientes necesarios, y según la
fórmula secreta que tan sólo conoce él, prepara un bebedizo que le
concede una fuerza sobrehumana a Astérix --su fiel amigo Obélix no lo
precisa porque de pequeño se cayó en la marmita-- en sus cuitas con los
romanos.
Por lo visto, los catalanes, tras ingerir la ratafía milagrosa
del señor Torra, seremos más fuertes, incluso puede que seamos
invencibles. No sé si a ustedes les suena de algo esta milonga con ruido
de botas. (...)
Estoy plenamente convencido de que al señor Torra no le hará falta
poción mágica alguna, ni siquiera ratafía catalana, en su próxima
reunión con el presidente del Gobierno español, quien
por lo visto está dispuesto a un “diálogo sin cortapisas”. El portazo en
la Moncloa puede darse por asegurado porque la bronca es lo que mejor
les sale a los bravucones como él.
El Muy Honorable ya ha anunciado que
va a hablar sobre del “elefante”, es decir, la independencia. Es el
mismo caballero a quien le duele tanto que le tilden de fascista.
De verdad, queda feo decírselo. Sin embargo, hay un proverbio chino
según el cual, si lleva trompa, colmillos, orejas grandes, patas
solidas y cola... elefante es." (Manuel Trallero, Crónica Global, 06/07/18)
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