"La conducta que los psiquiatras definen como pasivo-agresiva consiste, básicamente, en hacerle la vida imposible a alguien mientras te presentas como la víctima
de ese alguien, que puede ser, sin ir más lejos, tu desdichado cónyuge.
La cima de esa actitud en el ámbito conyugal sería la advertencia
definitiva: “Si me dejas, me suicido”. Más de uno ha conseguido retrasar
el divorcio recurriendo a esta amenaza inapelable: a ver quién quiere
cargar con la muerte de su pareja, aunque se trate de un/a perturbado/a
mental.
Pasando de lo particular a lo general, la actitud pasivo-agresiva también puede dar buenos resultados. Fijémonos en nuestros nacionalistas,
que llevan año presentándose como víctimas de los que no estamos por la
independencia mientras nos amargan la existencia con sus obsesiones.
Lo
que ellos hacen siempre es, por definición, democrático, mientras que lo nuestro es, también por definición, intolerante, facha y franquista.
Pasarse por el forro la Constitución española y el Estatuto de
autonomía es, por consiguiente, democrático. Repartir unos porrazos para
impedir un referéndum prohibido es, por el contrario, la muestra
evidente de que España es una dictadura y de que aquí todo sigue como en
los tiempos de Franco.
Y es que ellos son pacíficos y festivos, mientras que los demás somos,
directamente, unos trogloditas. Como no van armados, consideran que todo
lo que hacen es pacífico, y así es como han ido construyéndose una propaganda
(o relato, que dirían los cursis) que resulta eficaz hasta en el
extranjero, donde, reconozcámoslo, el discurso victimista
pasivo-agresivo ha calado (entre otras cosas porque el holgazán de Rajoy
y su catastrófico Gobierno de inútiles, empezando por el responsable de
Asuntos Exteriores, nunca se han tomado la molestia de presentar al
mundo una versión alternativa de la historia).
Si la judicatura alemana no ha visto el delito de rebelión
por ninguna parte es porque el motín se llevó a cabo de manera
pasivo-agresiva, sin violencia física, aunque no existiese ningún
mandato popular y se ejecutase el golpe pisoteando a más de la mitad de
la población catalana.
Al gañán de Tejero lo pillaron
enseguida porque se dedicó a pegar tiros al aire, pero Puchi y los suyos
fueron mucho más sutiles, pasaron de la ley a la ley a su manera y
hasta tuvieron el detalle tolerante de dejar la bandera española en su
mástil antes de irse de fin de semana.
Tal vez habría que inventar nuevos términos para acusar a Puchi y sus
leales.
“Pesadez manifiesta recalcitrante” no estaría nada mal, pero no
le veo mucho futuro. Mejor “crueldad mental”, amplio
concepto que sirve para los divorcios y que en el caso que nos ocupa
podría incluir las manifestaciones de Òmnium y la ANC (tan pacíficas y
festivas ellas), las cruces en las playas, los asedios a los juzgados, los lacitos amarillos en la solapa, la manía de cantar L'estaca a todas horas, la programación de TV3 y las soflamas por tierra, mar y aire de Pilar Rahola, que personifica como nadie la conducta pasivo-agresiva de los separatistas." (Ramón de España, Crónica Global, 10/04/18)
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