"En el preciso momento de la detención,
el peluquero estaba sugiriéndole a la ministra de Trabajo la posibilidad
de morderle un poco más el pelo y hormigonar el flequillo con más
cemento portland del que solía utilizar para apuntalarlo.
Fátima Báñez, probablemente aturdida por
los vapores de las lacas y la música de Jose Luis Perales, se ha estado
dejando hacer múltiples barbaridades sin sospechar en ningún momento
que Basili, su peluquero de confianza, no tenía la más mínima intención
de peinarla bien sino de arruinar su belleza por encargo del Kremlin,
los chinos y una trama iraní-islandesa.
Al parecer, el estilista detenido
recibía 750.000 rublos cada vez que Fátima salía del salón de peluquería
como si se hubiera peleado con Belén Esteban en un callejón, y otros
250.000 rublos cuando la convencía de que el flequillo tipo ensaimada
rellena de frijoles estaba de moda.
La policía cree, además, que varias
clientas del salón estaban compinchadas con el peluquero y obtenían
tintes gratis y favores sexuales a cambio de contener la risa mientras
éste peinaba a la ministra, sobre todo cuando le aplicaba el engrudo de
grasa de castor y sosa cáustica, y le marcaba los volúmenes con un
rastrillo roto.
Fátima Báñez, que comenzó a sospechar
del peluquero después de que éste le rociase el cabello con el mismo
extintor que utilizan los bomberos norteamericanos para sofocar
incendios en los pozos petrolíferos de Kuwait, está ahora siendo
atendida personalmente por Lluis Llongueras, aunque el estilista catalán
cree que necesitará tiempo y un explosivo prohibido por la Convención
de Ginebra." (Rokambol news, 10/05/2014)
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