"En esta era de la información, los errores matemáticos pueden llevar al
desastre. La Mars Orbiter de la NASA se estrelló porque los ingenieros
olvidaron hacer la conversión a unidades del sistema métrico; el plan de
la ballena de Londres de JPMorgan Chase salió mal en parte porque
quienes hicieron los modelos dividieron por una suma en lugar de por una
media.
De modo que, ¿fue un error de codificación de Excel lo que
destruyó las economías del mundo occidental? Esta es la historia hasta
la fecha: a principios de 2010, dos economistas de Harvard, Carmen
Reinhart y Kenneth Rogoff, divulgaron un artículo, Growth in a time of
debt (Crecimiento en una época de endeudamiento), que pretendía
identificar un umbral crítico, un punto de inflexión, para la deuda
pública. Una vez que la deuda supera el 90% del producto interior bruto,
afirmaban, el crecimiento económico cae en picado. (...)
El hecho es que Reinhart y Rogoff alcanzaron rápidamente un estatus casi
sagrado entre los autoproclamados guardianes de la responsabilidad
fiscal; la afirmación sobre el punto de inflexión se trató no como una
hipótesis controvertida, sino como un hecho incuestionable.
Por ejemplo,
un editorial de The Washington Post de principios de este año advertía
contra una posible bajada de la guardia en el frente del déficit porque
estamos “peligrosamente cerca de la marca del 90% que los economistas
consideran una amenaza para el crecimiento económico sostenible”.
... otros investigadores, usando datos de deuda y crecimiento
aparentemente comparables, no fueron capaces de replicar los resultados
de Reinhart y Rogoff. Lo habitual era que encontrasen cierta correlación
entre la deuda elevada y el crecimiento lento (pero nada que se
pareciese a un punto de inflexión en el 90% ni, de hecho, en ningún
nivel concreto de deuda).
Finalmente, Reinhart y Rogoff permitieron que unos investigadores de
la Universidad de Massachusetts analizasen la hoja de cálculo original; y
el misterio de los resultados irreproducibles se resolvió. En primer
lugar, habían omitido algunos datos; en segundo lugar, emplearon unos
procedimientos estadísticos poco habituales y muy cuestionables; y
finalmente, sí, cometieron un error de codificación de Excel.
Si
corregimos estos errores y rarezas, obtenemos lo que otros
investigadores han descubierto: cierta correlación entre la deuda
elevada y el crecimiento lento, sin nada que indique cuál de ellos causa
qué, pero sin rastro alguno de ese umbral del 90%. (...)
Por eso debemos situar el fiasco de Reinhart y Rogoff en el contexto
más amplio de la obsesión por la austeridad: el evidentemente intenso
deseo de los legisladores, políticos y expertos de todo el mundo
occidental de dar la espalda a los parados y, en cambio, usar la crisis
económica como excusa para reducir drásticamente los programas sociales.
Lo que pone de manifiesto el asunto de Reinhart y Rogoff es la medida
en que se nos ha vendido la austeridad con pretextos falsos. Durante
tres años, el giro hacia la austeridad se nos ha presentado no como una
opción sino como una necesidad. Las investigaciones económicas, insisten
los defensores de la austeridad, han demostrado que suceden cosas
terribles una vez que la deuda supera el 90% del PIB.
Pero las
investigaciones económicas no han demostrado tal cosa; un par de
economistas hicieron esa afirmación, mientras que muchos otros no
estuvieron de acuerdo. Los responsables políticos abandonaron a los
parados y tomaron el camino de la austeridad porque quisieron, no porque
tuviesen que hacerlo.
¿Servirá de algo que se haya hecho caer a Reinhart y Rogoff de su
pedestal? Me gustaría pensar que sí. Pero preveo que los sospechosos
habituales simplemente encontrarán algún otro análisis económico
cuestionable que canonizar, y la depresión no terminará nunca." (Paul Krugman, Sociología Crítica, 2013/04/21)
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