“¿Es cierto que Jesús fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de Santa María Virgen?”. El Papa se contesta: “Sí, sin
reservas”. (...)
“¿De dónde?”, se viene a preguntar Ratzinger, “¿pudieron sacar los
dos evangelistas la historia que cuentan?”. Según su respuesta, de la
propia María. “Solo ella”, sostiene el Papa, “podía referir el evento de
la Anunciación”. Los matices del teólogo alemán llegan con los
detalles.
Según explica en el tercer capítulo, dedicado al nacimiento de
Jesús, la Virgen envolvió a su hijo en pañales, pero como cualquier
otra madre en sus circunstancias, esto es, con amor pero “sin
sensiblería”. Es la tradición, según Joseph Ratzinger, la que le pone
literatura al asunto, metiendo en el cuadro un pesebre —representación
del altar— y unas gasas para envolver al bebé —un anticipo de la hora de
su muerte—.
El Papa, por tanto, hace tabla rasa con los detalles —“en el portal
no había animales”— y, a cambio, garantiza la veracidad del meollo del
asunto: el nacimiento de Jesús no es un mito, sino una realidad:
“Historia, historia real, acontecida, historia interpretada y
comprendida con base en la Palabra de Dios”.
Tan cierta, añade el Papa,
como la virginidad de María. “Una mujer valiente”, escribe Joseph
Ratzinger, “que incluso ante lo inaudito [el anuncio del Ángel] mantiene
el autocontrol. Es una mujer de gran interioridad, que mantiene juntos
el corazón y la razón y trata de entender el contexto, el conjunto del
mensaje de Dios”. (El País, 21/11/2012)
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