2/3/11

"Esa subjetivación, que proyecta lo real en lo simbólico de una Historia, sólo puede ser imaginaria...nada real puede ser simbolizado como tal"

"Me despego por un momento de la pantalla de Al Jazeera English. Voy a buscar un libro colectivo que compré por sugerencia de una estudiante que había asistido a aquella clase mía sobre la insuficiencia metodológica de varias métricas empíricas usaderas en las ciencias sociales.

Nada que ver con el establishment académico convencional, me dijo: "ya verá, profe, son verdaderos frikis", soltó con estupendo desparpajo juvenil.

"Frikis" son, de eso no cabe la menor duda. ¿Pero nada que ver? Abro al azar, y me encuentro con esto:

"… pienso, por usar un léxico próximo a mi amigo Zizek, que podría ayudar a clarificar [sic] las cosas el formalizar esta operación de la Idea en general, y de la Idea comunista en particular, en el registro de los tres órdenes del Sujeto de Lacan: el Real, el Imaginario y el Simbólico. Primero, estableceremos que el procedimiento de verdad mismo es lo Real en que está basada la Idea. Luego, permitiremos que la Historia existe sólo simbólicamente. En efecto, ella no puede aparecer.

Para poder aparecer, es necesario pertenecer a un mundo. Sin embargo, la Historia, como la pretendida totalidad del devenir humano, no tiene ningún mundo que pueda localizar en una existencia actual. Es una narración construido luego del hecho. Finalmente, permitiremos que esa subjetivación, que proyecta lo real en lo simbólico de una Historia, sólo puede ser imaginaria, y por una razón mayor: nada real puede ser simbolizado como tal.

Lo real existe, en un mundo dado, y bajo muy específicas condiciones sobre las que volveré luego. Sin embargo, como Lacan dijo una y otra vez, es insimbolizable. Así que lo real de un procedimiento de verdad no puede ser 'realmente' proyectado en el simbolismo narrativo de la Historia. (…)

La latente subordinación de las verdades a sus significados históricos implica que podemos hablar 'en verdad' de política comunista, de partidos comunistas y de militantes comunistas. Pero es claro que, hoy, necesitamos prescindir de cualquier adjetivación de este tipo. Para combatir eso, he tenido que insistir muchas veces en que la Historia no existe." [2]

Aunque parezca mentira, sigo leyendo el libro. (Otro día quizá me ocupe monográficamente de él: se lo he casi prometido a la estudiante que me lo recomendó. ¡Qué pereza!) Con más o menos honrosas excepciones, estos distinguidos miembros de la franja lunática revelan la misma huída de la realidad que los cultivadores de la filosofía política y de la ciencia social académicas del mainstream.

Con mayor oportunismo ventajista, si cabe: una jerga deliberadamente obscura y confusa, unas construcciones intelectualmente arbitrarias y una huera y pseudoelitista pedantería de pueblerino domador de caracoles, expresamente autoproclamada inmune a las pruebas y refutaciones de los hechos empíricos y a los posibles argumentos contrarios de los mortales de a pie: cosas, todas ellas, que permiten a estos novísimos fieles de la "eterna Idea" neoplatónica "comunista" recluirse en un verdadero asylum ignorantiae no ya incareable, y en puridad, inasaltable, sino inane, y por lo mismo, a lo que parece, considerablemente seductor.

No serán grandes estrellas académicas –y mira que la academia actual está en horas bajas…—, pero algunos se han convertido en rutilantes astritos codiciados por muchos medios de comunicación y entretenimiento del establishment: al modo de los deformes bufones de las viejas cortes absolutistas europeas." (Sin Permiso, 27/02/2011, citando a ' Pegado a la pantalla de Al Jazeera English: cuando nada es probable y todo es posible', de Antoni Domènech)

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