18/3/25

Son ustedes demasiado jóvenes, pero hace cuatro meses, desde Vox llamaban inútil e incompetente al Mazón al que hoy Vox ha fichado para su causa: si tiene un tonto en su casa no lo tire, que Vox se lo recoge, rezaba hace unos años un tuit que hoy vuelve a cobrar todo el sentido... Un pacto Mazón-Vox, que bien podría celebrarse con almuerzo en El Ventorro. La ocasión lo merece (Gerardo Tecé)

 "Son ustedes demasiado jóvenes para recordarlo, pero hace cuatro meses en Vox comparaban a Carlos Mazón con el mismísimo Satanás. Es decir, con Pedro Sánchez. Los de Abascal, celebrando con champán que las más de 200 muertes provocadas por la incompetencia del presidente valenciano les hubiesen pillado con el torero negacionista del cambio climático ya fuera de la vicepresidencia autonómica, intentaban monetizar el discurso más facilón para el público menos exigente. Es decir, su público. La culpa la tienen los políticos, gritaba Abascal retozando en el barro valenciano con diez trienios cotizados en política y, sin embargo, la espalda aún por estrenar. Son ustedes demasiado jóvenes, pero hace cuatro meses, desde Vox llamaban inútil e incompetente al Mazón al que hoy Vox ha fichado para su causa: si tiene un tonto en su casa no lo tire, que Vox se lo recoge, rezaba hace unos años un tuit que hoy vuelve a cobrar todo el sentido.

Carlos Mazón no era de izquierdas cuando agradeció públicamente el rápido apoyo brindado por el Gobierno de Pedro Sánchez. Tampoco es hoy de ultraderecha por denunciar que Sánchez nunca apareció para ayudar a Valencia en un discurso televisado y sin preguntas para anunciar su pacto presupuestario con Vox. Un discurso lleno de bulos que ha estado cargado de guiños antiinmigración y de negacionismo climático. La única ideología de Carlos Mazón, aspirante a cantar en Eurovisión en sus buenos tiempos y aspirante ahora a que nadie cante para evitar el banquillo, es seguir estando aforado mientras la jueza de Catarroja va desmontando, una por una, todas y cada una de sus mentiras sobre lo sucedido en aquellas horas clave que acabaron en tragedia. Apestado y abandonado por los suyos, conseguir aprobar unos presupuestos era vital para seguir manteniendo el fantasioso relato de la reconstrucción y, de paso, mira por dónde, mantener su calidad de aforado. Esto ha sido posible gracias a Vox. Una jugada arriesgada apoyar en estos momentos a Mazón, dicen algunos analistas políticos que no tienen en cuenta la extraordinaria capacidad sudapollística de los votantes fieles a la ultraderecha que hace meses gritaban “fuera todos los políticos” y hoy aplauden que el comensal más ilustre de El Ventorro se aferre al cargo gracias a los suyos.

No lo tire, que Vox se lo recoge, dice el lema, pero en el PP hubieran preferido dejarlo en el contenedor y mirar para otro lado. Un Mazón con presupuestos aprobados es un Mazón con ganas de seguir, como hemos podido ver en una comparecencia en la que, exultante, se ha permitido el uso de expresiones como “espero que estén ustedes preparados” o “es importante trabajar desde el primer momento”. Un Mazón exultante es un Mazón descontrolado que no obedecerá ni los editoriales de ABC que le piden la dimisión ni las órdenes de un Feijóo que, siendo gallego, no sabe cómo sacarse de encima la humedad provocada por aquellas lluvias. 

Si un día, durante un mitin defendiendo los aranceles de Trump contra el campo español, Abascal se cagase encima, su intención de voto aumentaría porque miles de los suyos se sentirían más que representados. Los votantes de Vox no son muy exigentes, pero sus líderes no son tontos. Tener la espalda intacta y una cuenta bancaria repleta de millones de euros a tu nombre indica cierto nivel de viveza. Una viveza que habrá tenido que ver en esta inversión en acciones del Gobierno valenciano, aprovechando que el precio estaba por los suelos. Con este movimiento, Vox perpetúa en el poder a un “inútil” e “incompetente” que “debería irse” y que, quedándose, solo daña al Partido Popular. Un partido en el que se quedaron quienes, entregados al pensamiento woke, siguen considerando que cagarse encima a veces es un inconveniente. Con este movimiento, Vox consigue cambiar a un torero a su nombre por una marioneta a nombre de otro. Marioneta que, abandonada por los suyos –en lo político, no tanto en contratos y licitaciones–, pondrá en práctica los postulados ultras que hagan falta para no acabar conociendo en persona a la señora jueza o, en el peor de los casos, tal como hiciera la tarde del 29 de octubre, para poder atrasar el asunto lo máximo posible. Un pacto Mazón-Vox, que bien podría celebrarse con almuerzo en El Ventorro. La ocasión lo merece."

(Gerardo Tecé  , CTXT, 17/03/25)

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