"En 1982 el viejo Sandro Pertini, presidente de Italia, se levanta,
ante la mirada atónita del rey Juan Carlos, y empieza a aplaudir los
goles de su selección campeona, rompiendo todo protocolo.
Pero qué decir
de su gesto, de su timidez, cuando se lo compara con la potencia
exhibida, ya plenamente desacomplejada, del joven Macron, presidente de
Francia, celebrando 36 años después la misma gloria.
El italiano se toma un respiro en el ejercicio del gobierno. El francés ejecuta un acto más de gobierno.
El italiano se toma un respiro en el ejercicio del gobierno. El francés ejecuta un acto más de gobierno.
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