8/10/08

¡Queremos volver a la cárcel!

"Dos presuntos narcotraficantes turcos, Sahin Eren y Erden Vardar, a los que el juez Baltasar Garzón tuvo que dejar en libertad por un error en el cómputo de la prisión preventiva, según publicó El Mundo, solicitaron ayer el reingreso en prisión debido a la situación de indigencia que padecen. (...)

Los dos han cumplido escrupulosamente con las presentaciones fijadas por el magistrado, aunque viven en la indigencia, ya que no tienen trabajo. Desde su puesta en libertad residen en un albergue de Cruz Roja.

Ayer se personaron en el juzgado y tras hacer constar su situación, es decir, que viven de la mendicidad, expresaron su deseo de regresar a prisión. Fuentes del Consejo General del Poder Judicial afirmaron que la Inspección tenía conocimiento de los hechos, aunque por el momento no se había decidido abrir diligencias informativas sobre el caso." (El País, ed. Galicia, 01/10/2008)

"Al demandar que se les devuelva a las celdas en las que pasaron varios meses, están diciendo que, a diferencia de lo que ocurre en épocas de bonanza, el primer impulso de un prisionero en tiempos de vacas flacas no es el de escapar de la prisión, sino el de ponerse a resguardo de la calle. Será crisis, desaceleración o cualquier cosa, pero algo debe de estar pasando afuera para que dos reclusos en libertad prefieran volver adentro." (...)

Cabe suponer, no obstante, que si la noticia llegase a Wall Street crearía confusión entre los directivos de las grandes compañías pendientes de rescate y, también, entre los ciudadanos que reclaman airadamente verlos entre rejas. Los primeros podrían pensar que, a lo mejor, los dos presuntos narcotraficantes turcos están en lo cierto, y que tal y como se han puesto las cosas más vale pasar una temporada a buen recaudo, algo en lo que parece estar trabajando el FBI.

Pero los ciudadanos airados pueden llegar a la conclusión contraria: si la calle es lo más duro, entonces es a la calle adonde habría que mandar a los ejecutivos hasta ahora disfrazados de tiburones financieros. Si se impusiera este severísimo criterio, Wall Street podría presentar en poco tiempo una estampa medieval. El papel de los apestados estaría representado por los ejecutivos con sus impecables ternos convertidos en andrajos y llamando con desesperación, no a la puerta de las grandes entidades, sino de las más humildes prisiones. Y, encima, del Estado." (El País, ed. Galicia, Opinión, 03/10/2007, p. 32)

No hay comentarios: