17/5/08

“¡Mamá, ese niño malo se está riendo de mí! ¡Pégale!”

Infantilismo nacionalista:
"Son un comando de intelixencia galega, termo contraditorio se os houbese"
Así respondeu o arxentino que publicou un libro "racista" con chistes de galegos á denuncia legal feita pola colectividade galega.
Chámase Ricardo Parrota e ten –el coma os seus fillos- nacionalidade española. Parrota, que emprega o pseudónimo Pepe Muleiro para escribir os seus libros como o novo 'Super chistes gallegos', tomouse de broma a denuncia por discriminación presentada contra el, aínda que aclarou que non ten a 'intención de ofender a ninguén'. (…)
'Eu fago chistes de todo tipo, non só de galegos, e vendín máis de dous millóns de exemplares dos meus libros. Todos os anos fan este tipo de manifestacións', indicou. (…)
'Os xudeus fan os seus propios chistes sobre os campos (de concentración), os franceses rinse dos belgas, os uruguaios dos arxentinos. Un chiste é un chiste, punto. Non hai intención de ofender a ninguén', escusouse Parrota.” (Vieiros, 16/05/2008)
Los del llano, se ríen de los brutos que son los de la montaña. Los castellanos, de los gallegos. Los catalanes, de los charnegos. Los vascos, de los maketos.
Siempre, desde que el mundo es mundo, los de la ciudad se ríen de los de la aldea, y los ricos, de los pobres. De los diferentes. De los que comen con la boca abierta. De los que saben lo que es la miseria, el hambre. De los que trabajan con las manos. De las minorías.
Y la cursilería políticamente correcta no va a acabar con eso.
Esperemos. Seria mucho peor y profundamente estúpido, sin el más mínimo sentido del humor, que los pusilánimes protagonizaran la innecesaria defensa de los campesinos, de las criadas, de los barrenderos. Como si lo necesitaran, cuando sólo lo necesitan ellos, los pequeños de espíritu. Los espíritus sensibles de medio pelo nacionalista. Como dice seguidamente, Ramón Reboiras:
“No conozco el contenido del libro en cuestión, pero sí su música cuartelaria y el insoportable tonillo que desde casi bebés tenemos que soportar los gallegos de toda condición. No conozco el contenido, pero he oído miles de veces la definición del personaje gallego por excelencia, del hombre de los chistes que nos ampara: sucio, ahorrador hasta la miseria, trabajador nato, desconfiado cerril, inculto, supersticioso.
Y cada vez que ocurre esta situación, ya ha pasado varias veces a lo largo de los últimos tiempos, pienso siempre lo mismo: ¿y qué decir de los chistes de los argentinos en España? ¿y de ese hombre de Mallorca que pone que perros y rumanos van a salir echando hostias de su tienda? ¿y cuántas veces no han oído el típico chiste del mariquita o del paralítico por no decir del gitano? ¿conocen aquel por ejemplo de la receta de la tortilla a la rumana que empieza diciendo: primero se roban los huevos?...
Reírse de uno mismo no es siempre una condición necesaria para superar esos ardores patrióticos, sobre todo si en esas chanzas abunda la zafiedad, la obviedad y la sal gorda, pero sí debe ser el piloto automático que indica el grado de madurez universal de una cultura. Que se hable de nosotros (aunque sea mal) en Argentina es consecuencia directa de esos casi cinco millones de personas que directa o indirectamente llevan sangre gallega por sus venas. Es más, siempre recomiendo el mismo ejemplo: vuelvan a ver las películas de Woody Allen, lean sus libros, para ver como alguien puede hacerse más fuerte y universal a partir de los lugares comunes sobre su propio origen: en este caso, con todo lo terrible que a veces puede ser, los del del pueblo judío. (…)
Me gustaría conocer al señor Parrota, por lo que veo tiene orígenes italianos lo que en Buenos Aires es señal de competencia comercial con los gallegos, un poco zapateros, ellos, contra lecheros, nosotros, me gustaría conocer al señor Parrota, disfrazado para la ocasión de Pepe Muleiro, y darle una oportunidad: si al décimo chiste no me río le condeno a escuchar el pasodoble Ponteareas 300 veces seguidas por el ipod y si después de eso me sigue contando chistes de gallegos le invito a que lea el pregón en la Festa do Carneiro de mi pueblo a ver si tiene güevos.
La ironía es uno de nuestros bienes más preciados y habría que enseñarle al mundo que más que un pueblo de chiste somos maestros en el humor universal y en el reino de la paradoja, que desafíamos las leyes de la inercia y practicamos el conocimiento del más allá, que sabemos sortear las sombras y caminar sobre el fuego… en cualquier caso recomiendo que nos riamos hasta que se nos desencajen las mandíbulas, hasta que nos descojonemos vivos de gentes como el señor Parrota que pretende que nos lo tomemos en serio. Flaco favor a la patria ese de tomarnos en serio.” (RAMÓN REBOIRAS: De chiste. El País, ed. Galicia, 16/05/2008, p. 4)

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