18/4/23

A los 30 abandoné la vida salvaje, a los 40 dejé el fútbol, a los 50 renuncié al 'squash', pero ¿qué puedo dejar ahora, si ni siquiera fumo? Si por lo menos hubiera creído en la Republiqueta, sería el momento de renegar de ella, como tantos periodistas que la ensalzaron y ahora disimulan mirando a otro lado. Quién me mandaría a mi creer en su momento que la prensa debe servir a los gobernados y no a los gobernantes... Este sábado cumplo sesenta, que se dice pronto (Albert Soler)

 "Este sábado cumplo sesenta, que se dice pronto. De salud, bien, gracias, espero que ustedes también. El balance son cuatro hijos, cuatro prótesis (cadera, ojo y los dos oídos, llámenme Robocop), cuatro libros escritos y por lo que respecta a árboles, una vez talé uno, no sé si sirve. Tres mujeres. Y basta, no parece que la tercera tenga tantas ganas de echarme a la calle como sus predecesoras, a Dios gracias, puesto que en las ocasiones anteriores hube de refugiarme en casa de mis padres, y a sus 85 años no veo a mi madre preparándome de nuevo la habitación. Aunque el póster de Tequila sigue en la pared, lo habrá dejado por si acaso. Donante de sangre. También de semen hasta que la edad lo impidió, ahora caigo que quizás me he quedado corto cuando he contabilizado cuatro hijos.

Escribe Éric Vuillard en 'Una salida honorable' que cada día leemos una página del libro de nuestra vida, pero no es la buena, así que cada día volvemos a empezar. Eso lo escribe Vuillard porque es francés y en Francia son muy leídos, yo como metáfora del paso del tiempo prefiero los álbumes a los libros. Hubo un tiempo en que los jugadores del Barça eran mayores que yo, los veía tan viejos en los cromos, a sus veintitantos. Un buen día, sin darme cuenta, ya tenía sus mismos años. En otro 'pis pas' alcancé la edad del entrenador de turno, y ahora soy ya de la quinta del presidente, no me queda más que alcanzar a Negreira. Y así se pasa la vida, tan callando, que decía aquél.

A los 60 no se encuentra uno en la tercera edad, pero sí en la dos y media. Uno no se da cuenta y pasa de conseguir rebajas en el transporte gracias al 'Carnet Jove', a sacarse la Tarjeta Dorada de Renfe para pagar menos en el tren. Ayer fui a tramitarla. Mi taquillero -los hay que a mi edad tienen su banquero o su asesor de inversiones, yo debo conformarme con mi taquillero de Renfe- me informó del paraíso de posibilidades que se abre ante mí, aunque terminó con una sonrisa irónica y un “te estás haciendo viejo”. No está mal hacerse viejo, ya dijo alguien que la otra posibilidad es mucho peor. Además, a esas edades, según lo que uno opine, encima de llamarle a uno 'botifler' o 'ñordo' -que es lo más digno que se puede ser en Catalunya-, le llaman 'pollavieja', lo cual es aún mayor elogio, pues más sabe la polla por vieja que por polla. Lástima que para los viajes del Imserso me falten cinco años, se me va a hacer eterna la espera para poder bailar 'Los pajaritos' en un hotel de Torremolinos, siendo de los más jóvenes del sarao no se me va a resistir ninguna de ochenta para arriba.

Sesenta años. Prefiero observar la vida como una serie de renuncias más que de logros, así se pasa más lenta y parece que dura más. A los 30 abandoné la vida salvaje, a los 40 dejé el fútbol, a los 50 renuncié al 'squash', pero ¿qué puedo dejar ahora, si ni siquiera fumo? Si por lo menos hubiera creído en la Republiqueta, sería el momento de renegar de ella, como tantos periodistas que la ensalzaron y ahora disimulan mirando a otro lado. Quién me mandaría a mi creer en su momento que la prensa debe servir a los gobernados y no a los gobernantes."                 (Albert Soler; El Periódico, 14/04/23)

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