16/6/15

Irene Villa: 'mi chiste favorito es el que me define como la mujer explosiva'. Eso es tener sentido del humor...



"(...) En una entrevista con ABC Villa ha señalado que eso no le ofende en absoluto. Dice estar acostumbrada a ese tipo de chistes desde hace 24 años, y que se los toma con sentido del humor. Ha llegado a afirmar en Twitter que su chite favorito sobre ella es el que le define como una "mujer explosiva". (...)"          (Público, 15/06/2015)


"Érase una vez un cineasta brillante que tuvo una buena idea en una noche de 2009 y que la ejecutó de forma nada brillante. 

Érase una vez un escritor que decidió solidarizarse con ese cineasta –atacado e insultado desde todos los frentes– de forma poco inteligente con ejemplos sobre los límites del humor, así a lo bruto. Érase una vez una ciudad que inició una nueva era política y alguien descubrió ese y otros tuits del escritor, ahora concejal, y los denunció como un escándalo. Seis años después.

Ya a las doce de la noche de este sábado Esperanza Aguirre se lanzó en Twitter a exigir la dimisión de ese concejal, Guillermo Zapata. No era suficiente y 15 minutos después llamó a la nueva alcaldesa, Manuela Carmena, “cómplice de esas barbaridades” a menos que forzara el cese de su edil. Aguirre no iba a soltar la presa fácilmente.

Ayudó bastante a esas reacciones que en algunos artículos (como en este de El País) no hubiera en la noche del sábado ninguna referencia a la polémica inicial protagonizada por el director de cine, Nacho Vigalondo.

Vigalondo lo explicó todo de forma extensa en su momento, curiosamente en la página web de El País que ese periodista no había sabido descubrir. Al llegar a 50.000 seguidores, decidió crear un gag de Twitter.
“Imaginemos que yo fuese un villano de opereta con un plan maléfico, consistente en acaparar followers con excusas falsas (una carrera como cineasta) y, cuando acumulase un número lo suficientemente alto, sembrar el caos con mensajes devastadores. La idea era twittear un puñado de esas revelaciones, pero sólo me quedé en dos… “El holocausto fue un montaje” y “La bala mágica que mató a Kennedy todavía no ha aterrizado”.”
El gag no funcionó. Recibió una lluvia de insultos, él se encendió, abandonó el papel del villano de opereta, y respondió a los ataques esa noche con más tuits que podríamos definir como bastante salvajes (“El niño del pijama de rayas se va de marcha”).

 Dani Sánchez Arévalo @sanchezarevalo
 
@Vigalondo ¿Tú estás loco o qué te pasa? ¿Tú quién coño te crees que eres para hacer humor sobre el Holocausto? ¿Roberto Benigni?


Los medios se le echaron encima días después y las repercusiones laborales empezaron a ser muy reales. Es cierto que Vigalondo se había equivocado, no había sabido medir el impacto del gag truncado y luego no se explicó ni pidió disculpas al día siguiente, sino unos días más tarde. El factor tiempo es imprescindible en Twitter si se quiere apagar un fuego, y a veces es imposible.

La respuesta fue brutal. El error existía, pero llegó un momento en que el responsable podía ver su vida destrozada, simplemente por un ejercicio de humor negro mal medido. La palabra linchamiento suele venir a la cabeza en estos casos.

Vamos a decirlo de forma brutal. Si alguien hubiera agredido a Vigalondo como venganza, es seguro que los medios se habrían solidarizado con él (como hemos visto recientemente en el caso de Charlie Hebdo). Como afortunadamente nadie le mató, había barra libre con él.

Dos años después, en una muy interesante entrevista lo recordaba: “Durante una temporada estuve horrorizado porque no veía los límites de la onda expansiva que se había levantado. En los momentos más bajos, llegué a plantearme la posibilidad de irme de España”.

El autor de la entrevista, por cierto, era Guillermo Zapata.

El recién elegido concejal de Ahora Madrid había mostrado su apoyo a Vigalondo de forma indirecta, sin red de seguridad. El 31 de enero de 2011, dos días después del gag del cineasta, escribió en Twitter: “¿Cómo meterías a cinco millones de judíos en un 600? En el cenicero”.

Así sin más, es un chiste imposible de poner en ningún contexto favorable. Para mucha gente, será ofensivo o despreciable. Aun así, siempre importa quién hace un chiste así y con qué razones. No es lo mismo que lo haga alguien que quiere poner a prueba los límites del humor negro o un neonazi que niega la existencia del Holocausto. Eso es algo más que un par de matices, pero es imposible reflejarlos en un tuit.

Zapata pidió disculpas rápidamente en varios mensajes en la tarde del sábado. Los copio porque ha borrado su cuenta de Twitter. “Algunos chistes que he hecho en mi Timeline están produciendo enfado. Siento si es asi. El Holocausto me parece deplorable y terrible”. “No soy en absoluto antisemita, al contrario, siempre me ha interesado la cultura judia y no me ha gustado su criminalización jamás”.

 “Siempre me ha gustado el humor negro y cruel. Lo considero una expresion sana para reirnos de los horrores que hacemos los seres humanos”. “Entiendo que no es lo mismo un tuit realizado por una persona anónima que la expresión de un representante público. Disculpas en ese sentido”.

También había algún chiste sobre Irene Villa, pero de la reacción de la víctima de ETA se deduce que nadie debe escandalizarse.

 Angel @escueldecalor
 
@jaabellan @_IreneVilla_ No voy a justificarle,pero se llevan 20 años haciendo chistes sobre la pobre Irene,y no vi clamar al cielo por ello

 Irene Villa @_IreneVilla_
 
.@escueldecalor @jaabellan así es y de verdad q ningún problema!! Mi chiste favorito es el q me define como la mujer explosiva ;)))

Zapata también explicó que se trataba de tuits entrecomillados porque “el contexto era citar chistes en una conversación sobre límites del humor”.

Vigalondo entonces y ahora Zapata son víctimas, además de sus errores, de la intolerancia hacia los artistas y creadores cuando se atreven a cuestionar con el humor u otras armas las verdades asumidas por la mayoría. Sabemos que en otros muchos países del mundo acabarían en una celda o algo peor. En los nuestros, más civilizados, el castigo más habitual es el destierro social.

Lo que no hay que olvidar es que no es necesario apoyar esos mensajes ni considerarlos apropiados para rechazar los ajustes de cuentas en los que alguien quiere sacar un rédito político que las urnas le han negado.

 En la actual política madrileña, Aguirre ha marcado el camino que seguirán su partido y varios medios. La intención será restar legitimidad al resultado de las elecciones (no olvidemos que Aguirre dijo que Ahora Madrid iba a poner en peligro la “civilización occidental”) o causar la primera víctima en las huestes del enemigo a la espera de buscar la siguiente. Porque es una guerra que tendrá muchas batallas."            ( Iñigo Sáenz de Ugarte , Guerra eterna, 14/06/2015)


 "(...) la primera acusación contra el flamante edil de Cultura madrileño, Guillermo Zapata, es la del mal gusto; la segunda, la mala memoria, por no recordar que hacía dos o tres años había dejado esos comentarios colgando ahí, a la vista de todo el mundo; y la tercera, ya imperdonable, pedir disculpas.

Ninguno entre las docenas de concejales del PP y cachorretes de Nuevas Generaciones que se han hecho fotos con la bandera franquista alzando el brazo al estilo fascista jamás ha pedido disculpas. Seguramente porque lo del brazo alzado no era ningún chiste. Una cosa es hacer chistes sobre judíos y otra es ser nazi.

La verdad es que aquellos chistes malos venían entrecomillados por una razón: hace unos años Zapata le hizo una entrevista a Nacho Vigalondo en la que ambos intentaban explorar los límites del humor. Compartieron chistes bestias en twitter y la conversación se les acabó yendo de las manos. Por medio se metió la propia Irene Villa, quien llegó a confesar en un tuit: “Mi chiste favorito es el que me define como mujer explosiva”. 

La extraordinaria intervención de Irene me recordó a un amigo mío que un día estaba contando chistes de inválidos y entonces alguien intervino para avergonzarle y decirle que no lo haría si tuviera un familiar en esa misma situación. “Ese chiste” replicó mi amigo “me lo contó ayer mi hermana que, por cierto, es tetrapléjica”. Y se acabó el chiste.

Cuando alguien empieza a hablar de los límites del humor, de la sensibilidad, del respeto y de la corrección política, entonces lo mejor es callarse. Porque la discusión es bien sencilla: el humor no tiene ningún límite, ninguno. Hagan la prueba y verán que, salvo casos muy, muy excepcionales, no hay chiste, monólogo, gag o lo que sea que no ofenda a algún colectivo: judíos, negros, mujeres, políticos, gordos, homosexuales, lesbianas, escoceses, catalanes, madrileños, vascos, andaluces, abogados, músicos, niños, cornudos, impotentes, militares, ancianos, borrachos. 

Anthony Burgess contaba que, de niño, en la taberna que su tío tenía en Manchester había oído un chiste que para él era la quintaesencia del humor negro: un amigo va a visitar a otro, se les hace tarde y, como el tipo vive en el otro extremo de la ciudad, su amigo le dice que puede quedarse a dormir en el cuarto de su hijo pequeño; el amigo accede, y a la mañana siguiente, cuando están desayunando, el amigo le pregunta: “¿Dormiste bien?”. “Sí, pero el culo de tu hijo está muy frío”. “No me extraña, lleva tres días muerto”.

Homosexualidad, estupro, pederastia, abuso paterno, necrofilia: es difícil encontrar más tabúes vulnerados en unas pocas líneas. Ni siquiera Ricky Gervais, en su célebre experimento sobre los límites del humor, ha llegado tan lejos. 

Ese es precisamente el poder del humor, el de derribar barreras, mostrarnos que en realidad no hay nada sagrado: ni el sufrimiento, ni la muerte, ni el sexo, ni la religión, ni el humor mismo. En un momentáneo olvido de uno de sus mantras favoritos (“no opino lo mismo que tú, pero daría mi vida, etc”), Esperanza Aguirre ha pedido la cabeza de Zapata por un desafortunado chiste antisemita, cuando hace apenas unos meses defendía, junto a la plana mayor del PP, el derecho de los humoristas de la revista Charlie Hebdo a burlarse de Mahoma, de Alá y de Dios bendito.

 Debe de ser que en el PP todavía piensan que la libertad de expresión la trae en el pico una cigüeña que viene de París.

Al igual que muchos otros temas (el machismo, el racismo, el terrorismo, el maltrato, la violación, la religión, la discapacidad física o psíquica), el Holocausto es uno de esos arrecifes donde muchos chistes naufragan: únicamente los mejores (Woody Allen, Sarah Silverman, el propio Ricky Gervais) pueden salir airosos.

 Pero no hay que olvidar que, como bien saben los historiadores del Holocausto, las propias víctimas fueron las primeras en intentar reírse de su desgracia. Una vez mi amigo Javier Blanco Urgoiti contó cómo, en la interminable cola de espera para entrar al memorial de Auschwitz, dijo en voz alta: “Hay que reconocer que con los alemanes esto estaba mucho mejor organizado”. 

Otro buen amigo, Ricardo Ruiz de la Serna, se rió con ganas y le felicitó a pesar de (o quizá por) ser judío y además historiador del Holocausto. “Eso es” dijo “lo que yo llamo humor yiddish“.           (El Holocausto como chiste, de David Torres en Público, 15/06/2015)


"(...) Zapata ya justificó a última hora del sábado su postura sobre los 'tuits', y hoy ha extendido su parecer a través de la red social Tumblr 

(...) ha afirmado que sus 'tuits' iban entrecomillados porque "se sitúan en el contexto de una conversación sobre "los límites del humor" y aquello que se puede y no se puede decir en las redes sociales y fuera de ellas", a raíz del despido de Nacho Vigalondo del diario El País "por escribir varios 'tuits' con un supuesto contenido negacionista del Holocausto, cuando se trataba tan solo de una broma". 

"Aquellos 'tuits' míos tenían por objeto señalar algunos chistes que fueron de uso común (este es el motivo de que estén entrecomillados) durante un periodo de tiempo en ciertos ámbitos, en concreto el de Twitter, y que son profundamente incorrectos por su crueldad. 

Obviamente, esto es algo que se pierde si desdibujamos el contexto", ha aclarado. Por ello, Zapata ha criticado que sus mensajes hayan sido recuperados como si fueran ideas suyas, y el mismo día en que fue nombrado concejal del Ayuntamiento de Madrid, "por lo que la descontextualización de los hechos parece tener una intencionalidad política clara".  (...)  

Poco después de que ayer brotara la polémica, Zapata aseguró que siempre le ha "gustado el humor negro y cruel". "Lo considero una expresión sana para reírnos de los horrores que hacemos los seres humanos", dijo el concejal para excusarse de sus inserciones en la red social.
En junio de 2014, Zapata también insertó tuits alusivos a ETA -"se confirma que ETA además de criminal era idiota, con la cantidad de simpatizantes y aliados que tenía no fue capaz de tomar el poder"- y en 2011 hizo chistes con las víctimas del terrorismo: "Han tenido que cerrar el cementerio de las niñas de Alcaser para que no vaya Irene Villa a por repuestos".  (...)"             (Las Provincias, 14/06/2015)

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