"No, no os habéis equivocado. Estáis en Politikon, un sitio donde se
habla de política. Aunque parezca mentira, el titular es una de esas
cosas que uno nunca, nunca, nunca se imaginaría que iba a leer al hablar
del presidente de los Estados Unidos, pero eso es exactamente de lo que
se está hablando hoy.
Hoy Trump anunciaba la iniciativa de política exterior más importante
de su mandato, el abandono del tratado nuclear con Irán. En condiciones
normales esta decisión, inmensamente polémica, debería estar copando
todas las portadas y debates televisados en el país. Hablaremos sobre
Irán, con más calma, en los próximos días, pero la otra historia de hoy,
donde efectivamente hay rusos, pactos de silencio y actrices porno, es
demasiado divertida para dejarla de lado.
¿Os acordáis de Michael Cohen? Es el tipo que ejercía de abogado
personal de Trump, ahora metido en un número indeterminado de problemas
legales. La última vez que hablé de él fue al explicar la épica historia de Stormy Daniels
y cómo Cohen, semanas antes de las elecciones del 2016, le había pagado
$130.000 a traves de una empresa fantasma imaginativamente llamada “Essential Consulting”
para que no fuera a la prensa a explicar un affair sexual con Donald
Trump.
Lo normal, un presidente de los Estados Unidos siendo
potencialmente chantajeado por una actriz porno. Esas cosas que pasan
todos los días en democracias razonables.
Bueno, el escándalo ha seguido adelante, en no poca medida porque
Donald Trump parece haber contratado a un panda de inútiles como
abogados. Rudy Giulani, ahora inexplicablemente un miembro del equipo
legal de Trump, soltó el viernes pasado que obviamente Trump sabía de esos pagos, y que obviamente fueron para evitar un escándalo durante la campaña.
En caso de que ambas cosas fueran ciertas, es una violación
de varias leyes federales, empezando por el hecho que un candidato no
puede ir soltando cientos de miles de dólares en gastos electorales sin
declararlos públicamente. Obviamente, la Casa Blanca lo ha negado (casi)
todo, diciendo que Rudy es nuevo y todavía no se entera de todo (casi
literalmente), pero las risas nos las echamos igual.
Lo interesante empezó este fin de semana. El NYT publicó un artículo
larguísimo el sábado, escrito por cinco de sus mejores periodistas de
investigación (como norma general: si el NYT saca algo sobre tí escrito
por cinco tipos, llama a tu abogado de inmediato) explicando
los negocios de Michael Cohen.
Vale la pena leerlo básicamente porque
es como un compendio de todos los chanchullos semilegales que un abogado
sin escrúpulos en Nueva York puede meterse, tan épico que debería ser
leído por el narrador de Arrested Development. Cohen tiene
licencias de taxi, da pelotazos inmobiliarios, se dedica a defraudar a
aseguradoras, es copropietario de clubes nocturnos donde mafiosos rusos
se reunen asiduamente, y mueve dinero de forma sospechosa de un sitio a
otro para sus clientes. Que Cohen era un personaje digamos dudosillo se
sabe desde hace tiempo, pero esto confirma muchas de las historias.
Lo que se ha hecho público hoy va un poco más allá. Essential Consulting
no era una sociedad limitada de usar y tirar, parece, sino que Cohen ha
seguido cobrando dinero a traves de ella para dar “servicios” a
clientes. El abogado de Stormy Daniels ha filtrado hoy la lista de
clientes y resulta estar llena de empresas que están en medio de peleas
regulatorias con el gobierno federal como AT&T o Novartis. De entre
todos ellos, sin embargo, destaca uno en particular: Columbus Nova, un fondo de inversión privado controlado por Viktor Vekselberg, oligarca ruso.
Es decir: el abogado de Donald Trump compró el silencio de una actriz
porno utilizando fondos de una compañía fantasma que ha recibido medio
millón de dólares de un oligarca ruso.
¿Es esto evidencia de que Donald Trump efectivamente estaba
trabajando con los rusos durante las elecciones del 2016? Obviamente,
no. Los pagos de la empresa de Vekselberg se producen después de las
elecciones, y el propio presidente ha dicho en voz alta que pagó
a Cohen/Daniels de su bolsillo (explicar la justificación de la Casa
Blanca sobre por qué esto no es un crimen da para un libro).
Lo más
probable es que Cohen estaba dedicándose a ese negocio clásico de vender
acceso, real o imaginario, al presidente. Lo que hemos visto es que hay
compañías demasiado estúpidas para entender que el tipo es un
mafiosillo de tercera, pero no mucho más que eso.
Aún así, es una de estas cosas de los escándalos de Trump que al final siempre acaban apareciendo rusos, así, accidentalmente.
Lo que nos lleva a la otra noticia del fin de semana, este artículo del WaPo.
La historia se centra en un curioso cambio del modelo de negocio de
Donald Trump a partir del 2006. Hasta entonces, Trump actuaba como un
promotor inmobiliario clásico, intentando pedir créditos para hacer sus
inversiones y así conseguir mayores retornos. En años recientes, sin
embargo, los Trump han utilizado mucho más dinero en efectivo, comprando
propiedades directamente sin recurrir a créditos.
Esto es inusual, pero es coherente con una de las teorías más
extendidas sobre los negocios de Trump: el escándalo no es la colusión
con los rusos, sino blanqueo de dinero. La sospecha de muchos
periodistas de Nueva York es que Trump llevaba años financiando muchos
de sus proyectos utilizando capital privado, utilizando su empresa como
sociedad interpuesta.
Oligarcas rusos invierten en campos de golf o
edificios en Nueva York a traves de empresas fantasma, Trump monta un
chiringuito para mover el dinero, y los oligarcas blanquean fondos de
este modo. Todo ello ilegal, obviamente, pero relativamente común y
básicamente ignorado por las autoridades en el mundillo inmobiliario de
Nueva York. Si siempre aparecen rusos es porque Trump estaba haciendo
negocios de legalidad dudosa con un montón de ellos, pero no conspirando
activamente con Putin o nada por el estilo.
Por supuesto, incluso esta interpretación relativamente benévola
sería un problema serio para el presidente. Que el jefe del ejecutivo
tenga en su historial un montón de ilegalidades cometidas en cooperación
con amiguetes del Kremlin sería ya de por sí un escándalo mayúsculo, y
algo que abriría la puerta a toda clase de “favores” mutuos en el peor
de los casos. También es perfectamente posible que la cosa sea aún peor,
no lo sabemos.
Lo que está claro es que Michael Cohen, el abogado personal de Trump,
es alguien o muy torpe o muy idiota. Esta investigación nos va a dar
grandes tardes." (Roger Senserrich, POLITIKON, 09/05/18)
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