24/5/18

Ahora puedo decir que vamos de la post-independencia a la pre-república’. A ver, a ver, ¡que alguien me lo explique! Puigdemont antes nos tomaba por post-imbéciles, y ahora nos toma por pre-gilipollas... ésta última frase es interesantísima...




"Abrumado por la situación que sufre el procés, absolutamente perplejo y sorprendido ante la burbuja que impulsa Puigdemont para ser president desde algún punto del planeta, y en todo caso poner en Catalunya cualquier cosa, alguna criatura en plan «provisional» que se limite a hacer bulto, Toni Soler ha estado a punto de suicidarse en directo este lunes (Està passant, TV-3).

 «Comienza a ser muy difícil entender la estrategia que siguen los partidos independentistas, sobre todo escuchando lo que dice Puigdemont», nos decía Soler.  Y sacó un corte de Els matins, en donde Lidia Heredia decía: «Mirad lo que dice Puigdemont: ‘En la anterior etapa yo dije que íbamos de la post-autonomía a la pre-independencia; ahora puedo decir que vamos de la post-independencia a la pre-república’», y Lidia, maravillada ante tanto surrealismo, apostillaba suplicando con pitorreo contenido: «A ver, a ver, ¡que alguien me lo explique!».

Hombre, el panorama, estamos de acuerdo, es digno de aquellaspatafísicas escenas de Alfred Jarry, o de Albert Boadella incluso. Después de pasarnos ese vídeo, Toni Soler añadió una advertencia que, dicha desde TV-3,  me parece de primera magnitud. Dijo: «Puigdemont antes nos tomaba por post-imbéciles, y ahora nos toma por pre-gilipollas»

¡Ah! La frase es para anotar y repetirla. Pero el conato de suicidio de mi admirado Toni vino inmediatamente después, cuando emitió la nueva alocución de uno de los tamborileros más cualificados de Puigdemont en Catalunya, Eduard Pujol, cuando dijo: «Si no es posible la investidura de Puigdemont, tendríamos que valorar la de Jordi Sánchez»

Entonces sí que a Toni Soler le dio un patatús. Se puso a gritar, petándose de risa: «Es fantástico, qué gran idea, si no es Puigdemont, que sea Jordi Sánchez, y si Sanchez tampoco, ¡Puigdemont otra vez!», y agarró una soga tremenda, con lazo y nudo, que  pendía del techo, se la puso en la cabeza, y tuvimos un susto porque temimos que se iba a ahorcar en directo allí mismo."           (Ferran Monegal, El Periódico, 08/05/18)

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