16/6/16

El verdadero sujeto del feminismo es ‘lo múltiple’, al que el ‘cuenta-por-uno’ planteado en principio por la generificación de ‘la’ mujer remite negativamente”

"Con treinta páginas de análisis de un pseudo-texto  de Alain Badiou, dos filósofos han burlado a una revista de filosofía. El pastiche buscaba probar “la inanidad de ciertas elucubraciones  hechas bajo pabellón posmoderno”. Se salieron con la suya, y el resultado es francamente divertido.

“Ontología, neutralidad y aspiración al (no-)ser-queer”. Ese era el título de un artículo publicado a comienzos de 2016 por la revista electrónica de filosofía Badiou Studies, firmado por una tal Benedetta Tripodi. (...)

  La treintena de páginas de su artículo [puede leerse texto entero en los Badiou Studies (pdf, 366.0 kB)] no son más que un bromazo tendente a ridiculizar la obscuridad de la filosofía de Alain Badiou y de sus epígonos. 

Lo acaban de revelar sus verdaderos autores, los filósofos Philippe Huneman, director investigaciones en el CNRS, y Anouk Barberousse, profesora en la universidad de la Sorbona en París, en un largo artículo publicado en los Cuadernos Zilsel, un blog consagrado a la investigación científico-social.

Las tesis filosóficas que proponía Benedetta Tripodi en el artículo-broma no carecían de ambición. O cuando menos, de pompa enfática. Se trataba, sobre todo, de demostrar que “el verdadero sujeto del feminismo es ‘lo múltiple’, al que el ‘cuenta-por-uno’ planteado en principio por la generificación de ‘la’ mujer remite negativamente”.

 También se nos enseñaba, entre otros asertos estupefacientes, que “la no-filosofía es la verdad política del no-género, o, más precisamente, que todos y cada uno in-existen en el otro, a lo largo de una cinta de Moebius, hilo de continuidad de la política y la ontología”. ¿Enunciados abstrusos, sólo comprensibles para especialistas? ¿O enunciados necios, carentes de todo sentido? Todo el encanto del bromazo radica en que lo segundo consiguió pasar por lo primero.

Porque lo cierto es que los Badiou Studies aceptaron tan seriecitos la propuesta de texto que les había enviado Benedetta Tripodi para un número monográfico intitulado Hacia un feminismo queer badiousiano. (...)

No es la primera vez que estas bromas en forma de pastiches académicos logran denunciar lo que sus promotores tienen por imposturas intelectuales. Uno de los bromazos más célebres es obra del físico norteamericano Alan Sokal. En 1996, consiguió colar en la revista Social Text, publicada por la Duke University estadounidense, un artículo voluntariamente inepto y trufado de absurdos, señaladamente en el empleo de nociones inspiradas en la física. 

Al que siguieron largos, intensos y apasionados debates sobre el relativismo, las relaciones entre las ciencias exactas y las humanidades, y aun sobre el papel de las metáforas en el pensamiento. Más recientemente, los sociólogos Manuel Quinon y Arnaud Saint-Martin, animadores de los Cuadernos Zilsel en los que Benedetta Tripodi acaba de salir del armario, han logrado burlar a la revista Sociétés publicando en sus páginas una parodia de lo que allí se publica en largas y generosas columnas, a saber: textos puramente retóricos, horros de cualquier investigación de campo y sin otras citas de autoridad intelectual que las del propio creador de la revista, Michel Maffesoli.

No le faltan al bromazo de Benedetta Tripodi muchos puntos en común con estos dos precedentes. Por lo pronto, su blanco: la corriente de pensamiento posmoderno tan presente en las universidades norteamericanas y cuyos tetrarcas son los franceses Jacques Derrida, Michel Foucault, Gilles Deleuze y Jacques Lacan. 

El caso es que los cuatro han muerto ya, y a Alain Badiou (79 años) se le ve del otro lado del Atlántico como al último superviviente de la French Theory. Por lo demás, a este aura debe el ser –como él mismo no deja de recordar— el filósofo francés vivo más traducido y más comentado del mundo. Lo que saca de quicio al mundo filosófico francés, que no aprecia demasiado a Badiou. 

Philippe Huneman y Anouk Barberousse lo reconocen : “La única pretensión de nuestro pequeño chascarrillo era la de deconstruir el efecto legitimante pretendido por las constantes referencias a la audiencia filosófica internacional del pensamiento de Badiou”.  

Preguntado por ello, Alain Badiou ha rechazado comentar los escritos de Benedetta Tripodi. Los cuales, sin embargo, constituyen un notable ejercicio de redacción de un artículo posmoderno. 

“Nos parece que allí donde el discurso filosófico cotidiano funciona mediante conceptos implicados en los argumentos, tanto más funciona este tipo de discurso mediante lo que podrían hoy llamarse tags. Sujeto, sentido, ontología, neutro, género, sociedad, ‘no-alguna cosa’, acontecimiento, etc. no nombran tanto alguna cosa, cuanto indican que se está en un tipo de discurso en el que se reencontrarán las posiciones, los valores y los compromisos que nos resultan familiares”, explican Philippe Huneman y Anouk Barberousse.

Todo esto no es, en el fondo, más que un asunto de pastelería pueril. A modo de sólido y consistente, de harina y de huevos, “el acontecimiento” y la ontología badiousianos; a modo de mantequilla que todo lo liga, “la biopolítica” y el “panopticon” (más chic, ¡claro que sí!, en griego) foucaultianos; a modo de azúcar, “el goce” à la Lacan; y para los aromas, en sutiles dosis, el “suplemento” de Derrida y el “territorio” de Deleuze.

Ninguno de los guiños, ninguno de los signos de connivencia, ninguno de los ingredientes clave del jugo léxico en que se cuecen los posmodernos falta en la prosa de Benedetta Tripodi.

Alan Sokal, en su momento, y Benedetta Tripodi, ahora, tienen también en común dos blancos secundarios. El primero es la manía posmoderna de tomar citas o conceptos prestados de las ciencias exactas y de hacerlo arbitrariamente, con poco rigor, por decir lo menos. 

Allí donde Sokal se mofaba de los usos de la física cuántica, Huneman y Barberousse se ceban en los –aún más amedrentantes— brujuleos matemáticos con que se deleita Badiou (para pasmo, y aun encono, de los profesionales del ramo).

Ojala que la divertida superchería de Benedetta Tripodi fuera el tercer y último acto de una tragicomedia intitulada “La muerte del posmodernismo”. Pero no es muy probable.

 Veinte años después del caso Sokal, el posmodernismo sigue campando tan terne por los campus de las universidades norteamericanas, y Michel Maffesoli continúa perorando y dictando conferencias. Ya se sabe que el ridículo no mata. (...)"              (Nicolas Chevassus-au-Louis  , Sin Permiso, 05/06/2016)

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