"La presunta lengua de fuego tendría una
potencia calórica equivalente a las llamaradas producidas por
cuatrocientos dragones medianos, y hubiera sido capaz de convencer a más
de mil quinientos subsaharianos de que España es un sitio “demasiado
guay” para vivir. La llamarada, de casi un kilómetro de longitud,
lamería la frontera de Ceuta en toda su extensión, con un movimiento
similar al de una lengua normal lamiendo un cucurucho de tres sabores.
El ministro del Interior insiste en que
no ha habido ninguna petición formal, ni directa ni a través del
arzobispado, para que el cielo lance esa lengua de fuego sobre los
inmigrantes, y únicamente reconoce haber sacado el tema durante el
fragor de una conversación con el ministro de Justicia en el bar del
Congreso. “Esos condenados gin-tonics tienen un precio obsceno”, ha
puntualizado.
Al parecer, durante la tertulia entre
ambos ministros, sí surgió el acuerdo firme de recurrir al Altísimo para
intentar detener a los ochenta mil subsaharianos que esperan cruzar a
España con el propósito de conseguir un chándal y tres comidas diarias.
Sin embargo, según las propias palabras del propio Fernández Díaz, no se
estuvo hablando de fuego sino de todo lo contrario.
Ambos ministros podrían comenzar a orar
esta misma semana para que Dios arroje sobre los asaltantes una lluvia
de granizo, cuyas piedras tendrán el tamaño de un armario ropero cada
una y un peso equivalente al de los cubitos de hielo necesarios para
preparar veintisiete mil gin-tonics." (Rokambol news, 05/03/2014)
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