El exorcista José Antonio Fortea (El Pais, Domingo, 11/05/2008, p. 10)
“El hombre que discute con el diablo. José Antonio Fortea, uno de los cinco exorcistas de la Iglesia católica en España, publica una 'Summa Daemoniaca' con secretos de un oficio que los obispos mantienen oculto. (…)
Marta era universitaria. "Cuando aparecieron los primeros signos de posesión: trances, convulsiones, conocimiento de lenguas por ella desconocidas, aversión a lo sagrado, etcétera. En tres ocasiones llegó a levitar. Ni su madre ni yo albergamos la menor duda acerca del carácter sobrenatural de lo que padecía", dice Fortea.
El escritor Lorenzo Silva, que ha visto a Fortea "luchar contra el Enemigo", resume: "La escena es potente. Un poseso agitándose y gritando todo tipo de blasfemias con voz horrenda, y el exorcista, tranquilo, rezando sus latines y conminando al demonio a que diga cómo entró y a salir del infortunado. Sólo es eso, oración, durante horas. No más de tres por sesión. Si a las tres no sale, hay que dejarlo para otro día".
Han pasado cinco años, y Marta sigue poseída. "Cinco años de oraciones, a razón de más de tres horas semanales como media, es algo que acaba con la paciencia de cualquiera", reconoce el padre Fortea. Confía en vencer al demonio, y que Marta volverá a ser como fue. Ha liberado antes a otros posesos, cuatro al menos. A otras muchas personas que parecen estarlo las remitió al psiquiatra o a la Seguridad Social. Pero nunca le falta trabajo. "Sí, siempre hay casos. El último fue la semana pasada. Pero no significa que cada semana haya casos nuevos. Hay tres o cuatro nuevos por año. Y algunos requieren oración durante meses", dijo el jueves pasado.
"En las sesiones salen muchos demonios", según Fortea. Es que hay demonios y demonios. Satán es el más poderoso -el Nuevo Testamento lo llama Diablo- , pero también Belcebú, Lucifer, Lilith... "Cada demonio pecó con una intensidad determinada, eso se ve en los exorcismos con claridad. Hay unos demonios que pecan más de ira; otros, de egolatría; otros, de desesperación. Los hay locuaces, los hay más despectivos; en uno brilla de un modo especial la soberbia, en otro el pecado del odio. Aunque todos se apartaron de Dios, unos son más malos que otros".
Pese a sus relaciones con los demonios, Fortea coincide con el Papa en que el infierno, como lugar concreto, no existe. No es que comparta la afirmación de Schopenhauer -"el infierno es el mundo"- ni la de Sartre -"el infierno son los otros"-, pero casi. "Qué son los campos de concentración sino el infierno. Grandes demonios Hitler y el doctor Mengele, por ejemplo. El infierno es vivir la ausencia de Dios. Pero Dios tiene que ser justo. No puede no pasar nada. El infierno es una necesidad de justicia", dice.” (El País, Domingo, 11/05/2008, p. 10)
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