7/11/23

Humor negro... Cuando un hámster muere por las bombas de Hamas

"En un hotel de lujo a los pies del mar Muerto duerme la noticia. Dentro de ese resort, familias israelíes se refugian de unos ataques, que ocurrieron hace ya casi un mes, con asistencia psicológica, dieta variada y terapia con animales incluida. Esta última, pensada para niños y niñas que han vivido el horror. El terapeuta se acerca a cámara y en un perfecto castellano explica: “Estos niños y niñas tienen mucho miedo, los terroristas entraron en sus casas. Esa niña de ahí tenía un hámster y murió por una bomba”. Mientras el terapeuta presta sus declaraciones, la cámara enfoca el perfil de una niña rubia de piel clara y con un loro en el hombro.

El trauma de perder un hámster tras un lanzamiento de cohetes de Hamas es digno de protagonizar una pieza en TVE 1, la televisión pública de España, en el telediario de un viernes 3 de noviembre, cuando Israel lleva bombardeando Gaza desde hace 28 días en una insoportable limpieza étnica que ha acabado ya con la vida de más de 9.000 palestinos y palestinas. Más de un tercio de estas muertes son de niños y niñas.

Algunas llevamos desde el 7 de octubre con el estómago anudado. La tele pública española pensó este viernes que quería contribuir a que vuelva el hambre a la hora de comer y nos regala estas piezas fáciles de digerir. Intento buscar razonamientos inverosímiles para no sucumbir a la ira que me empuja a llamar al sabotaje de la primera cadena española. La equidistancia se ha instalado en la antena desde que comenzara el genocidio, así como en los principales medios de comunicación del país. Una equidistancia que lleva a rozar el absurdo, como en esta ocasión, intentando que el público empatice con la muerte de un hámster, mientras a pocos kilómetros se comete un genocidio.

Recuerdo bien que las primeras piezas informativas en muchos de los medios se centraban en los jóvenes israelíes que habían perdido la vida tras ir de rave a la frontera con Gaza. Conocimos el currículum de muchos de ellos, sus gustos, qué hicieron unas horas antes de morir mientras bailaban techno. Casi podías abrazar a sus familiares, hombres y mujeres con perfil occidental que empastan muy bien en la retina del espectador medio. Pasaban los días, la respuesta de Israel multiplicaba el número de muertos en el lado palestino y ningún periodista nos hablaba de las vidas de los fallecidos en Gaza. Son números sin rostro, cuando no rostros que aparecen entre los escombros como una pieza inerte sin pasado. Muchos ya están tapados y sus allegados lloran su cadáver de manera desgarradora. Sus familiares nunca serán entrevistados ni sabremos qué estaba haciendo esa persona media hora antes de ser asesinada ni cuál era su grupo de música favorito.

Y pasan las semanas, llueven las bombas de Israel sobre campos de refugiados, mercados, hospitales… y TVE1 no se mueve de su ánimo por enseñarnos como sufren los pobres israelíes, víctimas descontextualizadas, mientras nadie explica que la ocupación violenta de tierras palestinas comenzó muchísimo antes de que se pusiera de moda la terapia con animales. Un día antes de la pieza, el jueves, Israel bombardeaba por tercer día consecutivo el campo de refugiados de Yabalia. En esta ocasión se llevaba por delante una treintena de vidas que se encontraban en una escuela. El polvo que deja en los hombros los bombardeos sobre niños y niñas de tez más oscura no ofrece planos tan armoniosos. Niños y niñas que han visto morir a su tío, a su tía, quizás a su familia entera. Que no reciben terapia ni medicinas, porque Israel mantiene a cuenta gotas el paso de la ayuda humanitaria. Que saben lo que es llorar mientras su mundo se difumina y los hogares españoles observan en el telediario la muerte de un hámster. Que no recibirán mayor reconocimiento que el de un número en un listado. Que no ocuparán minutos en tele porque el objetivo es que podamos seguir comiendo."                           (Sara Plaza Casares , El Salto, 04/11/23)

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