2/3/23

El caso es dejar las cosas a medias. Yo creo que o te niegas a recibir al Rey, quedándote sin cenar, o te tragas el paripé entero, incluyendo el besamanos de bienvenida, pero no optas por el sistema la puntita nada más que tanto les gusta a nuestros mandamases locales (Ramón de España)

 "(...) Observemos, asimismo, el numerito, ya habitual, del presidente de la Generalitat cuando le toca coincidir en un acto público con el Rey. Acaba de hacer en el Mobile lo mismo de siempre (secundado por Ada Colau en uno de sus frecuentes arrebatos republicanos), que consiste en no recibir a Felipe VI, algo a lo que debería estar obligado como principal representante del Estado en Cataluña (igual que Colau en su condición de alcaldesa de Barcelona), pero luego compartir con él mesa y mantel, como si lo suyo fuese una excentricidad inofensiva que todo el mundo acepta con ese espíritu tan común de que a los locos hay que darles siempre la razón.

 El caso es dejar las cosas a medias. Yo creo que o te niegas a recibir al Rey, quedándote sin cenar, o te tragas el paripé entero, incluyendo el besamanos de bienvenida, pero no optas por el sistema la puntita nada más que tanto les gusta a nuestros mandamases locales. La fórmula No te recibo, pero me apunto al papeo es tan grosera como la retirada de banderas por parte de la señora Nogueras, pero también parece ser interpretada como una excentricidad procesista a la que no hay que conceder mucha importancia. Es como si el Estado pensara: Como no pueden hacer nada más que no sean gestos idiotas, déjalos que se hagan la ilusión de que sus chaladuras gozan de buena salud.

Otro gesto idiota relacionado con el Mobile: la manifestación antimonárquica de la ANC, que congregó a la friolera de cerca de cien jubilators a la entrada del recinto para hacer constar su disgusto ante la presencia del Rey del país de al lado. En estos casos, o montas un pedazo de manifestación con miles de personas o te quedas en casa para no hacer el ridículo: pasar frío en el exterior mientras el odiado visitante se pone las botas en un interior con calefacción es del género tonto, pero, eso sí, constituye otro de esos gestos idiotas con los que no te juegas nada serio (y si eres Dolors Feliu, a la que se le está amotinando la cuadrilla, igual te vienes un poco arriba y todo).

La finalidad de los gestos idiotas es siempre la misma: aparentar que el prusés sigue vivo y que no se ha vuelto al autonomismo.(...)"                   (Ramón de España , Crónica global, 28/02/23)

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