"Creo que ha llegado el momento de dejar de engañarnos, para acabar con penosos espectáculos como el del naufragio de Calabria, con todos esos muertos, muy desagradable. Es necesario afrontar la cuestión de la inmigración de forma directa y práctica (...)
La magnífica apuesta del Gobierno de ultraderecha de Italia, por ejemplo, ha sido un éxito. La guardia costera está abocada a dedicarse a audaces incautaciones de atún de dimensiones no autorizadas y se impide a los barcos de las ONG que salven gente, mareándoles y obligándoles a llevar a los que rescatan al puerto más lejano posible. Se ha conseguido el objetivo, están muriendo más, pero siguen viniendo. ¿Qué hacer? (...)
Se trataría de lo siguiente. Una vez al año se organizan en un lugar de África o Asia, lejos en cualquier caso, unas pruebas inhumanas que reproduzcan las condiciones reales que ya afrontan los inmigrantes, pero en un entorno seguro. Por ejemplo, atravesar un desierto, recibir palizas, ser violados, torturados, matados de hambre y sed, robados, salto de vallas de cuatro metros con cuchillas (aquí se permitiría competir en grupos), travesía en pesquero de madera de no menos de 80 años de antigüedad con temperaturas de cinco grados y olas de cuatro metros, naufragio con prueba de natación de 500 metros (estilo libre) y, al llegar a la frontera, en algunos casos, rechazo en caliente o frío.
Los que se rindan, desistan, caigan heridos o corran peligro serán
asistidos de inmediato por la organización y con un diploma se les
mandará de vuelta a casa, sanos y salvos. No somos unos bárbaros, y
además se podría hacer negocio con los derechos de televisión, sería la
madre de todos los realities. Los que lo superen, esos
superhombres, supermujeres y superniños, podrán, con todo derecho, ser
nuestros camareros, limpiar nuestros baños y recoger nuestras fresas con
sueldos mínimos y alojados en zonas marginales. Eso sí, deberían
consentir después, como pequeña cláusula, ser insultados como vagos y
delincuentes, para dejar las cosas en su sitio. (...)" (Íñigo Domínguez , El País, 03/03/23)
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