7/4/20

Gracias al coronavirus, ricos y famosos han encontrado la excusa para despertarnos la envidia con sus casas... ¡Como disfrutan, dejándonos claro que están por encima nuestro! Nosotros, la gente normal, lo miramos y sólo deseamos que les entre el coronavirus, a ver si así dejan de tocar la haba por TV... que ver la TV es el único ejercicio que nos podemos permitir en nuestro piso de 70 metros

"Al final, gracias al coronavirus, ricos y famosos han encontrado la excusa para despertarnos la envidia con sus casas. Ya nos las podían enseñar antes, las casas de los famosos son todo un género televisivo, pero una cosa es dejar que entren las cámaras en casa y otra mucho más placentero es pasarnos por la cara que un confinamiento es nuestro, de pobres desgraciados, y el otro el de ellos. 

Salen por televisión haciendo ejercicios en su jardín mientras nos dicen que el aire libre es esencial, o en su gimnasio, oa su piscina interior, o risueños poniendo de moda un challenger en una habitación que seguramente está destinada sólo a practicar challengers en tiempo de confinamiento. ¡Con qué alegría nos recomiendan que no dejamos de hacer deporte y que aprovechamos estos días para disfrutar de la familia! ¡Como disfrutan, dejándonos claro que están por encima nuestro! Nosotros, la gente normal, lo miramos y sólo deseamos que les entre el coronavirus, a ver si así dejan de tocar la haba por TV, que ver la TV es el único ejercicio que nos podemos permitir en nuestro piso de 70 metros cuadrados, sin jardín, sin piscina, sin balcón y con tres niños que no dejan de fastidiar, como para disfrutar de ellos estamos.

 Yo mismo, si se me ocurriera hacer deporte, me abriría la cabeza contra una mesa, un armario o la taza del inodoro, dependiendo de qué estancia eligiera; el teletrabajo es una quimera, porque lo debería hacer desde la mesa del comedor, con Ernest junto a mí jugando al Fifa; el aire libre lo tengo sólo si abro la ventana, pero entonces siento los vecinos aplaudiendo no sé qué; y convendrán conmigo en que el plato de la ducha, que ni bañera tengo, no es tan útil como una piscina a la hora de hacer unos largos estilo braza.

 Por ello la Generalitat recomienda a los ancianos morir en casa en lugar de ir a los hospitales. Nuestros consejeros y presidente sólo miran TV3 para sentir lo que quieren escuchar, igual que la madrastra de Blancanieves consultaba sólo su espejo, y nos creen a todos viviendo como Rock Hudson y Doris Day en sus filmes azucarados. 
Ellos mismos, con el sueldo que les pagamos, deben vivir en casas donde el abuelo se muere sin incordiar y hasta al cabo de una semana la familia no se da cuenta que la ha palmado.

- Siento un poco de pudor. Hace días que no sentimos el abuelo quejarse, a ver si se habrá muerto, ay qué hombre, toda la vida ha hecho las cosas sin avisar.

 Cuando aquella mujer a la que han colocado de consejera de Salud aconseja que las familias vayan a buscar el abuelo al geriátrico y se lo lleven a casa aunque no sepan si se ha contagiado, está segura de que todos los catalanes tienen mansiones con un trastero donde meter a los viejos bajo siete llaves. 

 No se le puede reprochar tal creencia, ni los famosos ni los políticos, con su estilo de vida similar, pueden imaginar que hay familias donde la abuela y el pequeño comparten habitación, y eso cuando no comparten cama. Lo que está diciendo la consejera a la mayoría de catalanes, no a los tan generosamente retribuidos como ella, es:

 - Si el abuelo se pone enfermo, que no vaya al hospital a molestar, guárdenlo en casa, y si muere, metánlo en la nevera hasta que podamos enviar a alguien, que nosotros mientras tanto, seguiremos luciendo lazos amarillos a las comparecencias de prensa. ¡Seguimos!

 No le faltaba razón a Julio Ramón Ribeyro, cuando tras visitar la casota de unos conocidos, escribía: ¡Que grande es el mundo para los ricos! Ellos disponen no sólo del tiempo, sino del espacio."                      (Albert Soler, Diari de Girona, 03/04/20)

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