"De los argumentos que se han dado para no exigir arrepentimiento a
los etarras encarcelados si quieren mejorar su situación penitenciaria o
su reconocimiento social tras cumplir condena (“ni vencedores ni
vencidos”, “no ser vengativos”, “todos hemos padecido injusticias”,
etcétera), el más original me parece el que Sabino Ayestarán,
catedrático emérito de Psicología de la UPV, expone en su artículo El fracaso existencial de los presos de ETA(El Diario Vasco,10-2-20).
Sostiene don Sabino que un terrorista puede tener “los mejores
sentimientos y las mejores intenciones”, pero si ha matado “física o
moralmente (aquí me pierdo. FS)” a personas inocentes “sin ningún
resultado positivo para su grupo humano”, ese fracaso existencial
“conlleva un peligro cierto de suicidio”.
No contento con su primera
impresión, el emérito ha consultado la base de datos Psycinfo de la UPV,
y ha constatado que el suicidio es el final que espera a los
terroristas “si se les obliga a aceptar que no han aportado nada al
pueblo por el que mataron a personas y sacrificaron sus vidas”. A no ser
que haya una conversión religiosa (el autor, además de psicólogo es
cura, así cualquiera) como la de Txelis, lo cual no está al alcance de
todos.
Reconozco que este artículo me ha hecho dudar. Siempre he querido que
los etarras asuman su derrota y vean que sus crímenes no han aportado
ningún beneficio, sino perjuicios a sus conciudadanos.
Pero claro, si lo
hicieron con buena intención y ahora se van a tomar a la tremenda las
críticas... pues tampoco es eso. ¡No os suicidéis, chicos! ¡No todo fue
en vano! Vuestros herederos políticos están en el Parlamento por méritos
de guerra y ni en Navarra ni en España habrá Presupuestos o
gobernabilidad sin vosotros. Como penitencia, tres avemarías." (Savater, El País, 15/02/20)
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