13/11/17

Dios admite en el Cielo al primer pecador de la pradera... se ha reunido con la gloria de su madre tras despedirse de Lucas. In Memoriam...


"Por primera vez en la Historia de la Creación, Dios ha permitido esta madrugada que un pecador de la pradera se reuniera en el Cielo con la gloria de su madre. 

Se trata de un hecho único, excepcional e irrepetible “como este fistro de hombre malo” que podrá relajarse física y moralmente para toda la eternidad tras haberse movido más que los precios desde que nació en 1932 después de los dolores.

Al morirse “porque la caló apretaba”, y habiéndose despedido ya de Lucas con un “Hasta luego”, ese fistro pecador ha irrumpido en el lugar reservado para las almas más puras a gritos de “¡Al ataquer!”, chasqueando los dedos y repitiendo “No puedor, no puedor”, consciente de ser el primer pecador cobarde que accedía a un lugar vetado para los hombres malos que hicieron en vida guarreridas españolas."                (Xavi Puig, El Mundo Today)


"La poesía es una diosa caprichosa y se fijó en Chiquito de la Calzada.

Se fué con él. Y en España vimos a un cómico extraordinario que dió en inventarse una lengua poética. Chiquito de la Calzada, como si fuese un Federico García Lorca nacido en un plano alternativo de la realidad, o un César Vallejo metamorfoseado en criatura cómica, se inventó metáforas intraducibles, expresiones salidas de la más honda entraña del español.

Todos los chistes de Chiquito descansan en derivaciones, metamorfosis y usos emocionales de las palabras. Todos los chistes de Chiquito son un homenaje popular a la lengua española. Hubo en él la inspiración y el ingenio de un Francisco de Quevedo. Era un poeta. Y detrás de su poesía cómica, hizo algo maravilloso: suspendía la realidad. En cada uno de sus chistes, la realidad, el mundo, la vida, quedaban como en suspenso, como colgando de un delirio carnavalesco.

Todos los personajes que salían en los chistes de Chiquito acababan interpretando la vida de una manera tan absurda como luminosa, tan estrafalaria como metafísica. Había en sus chistes, que en realidad eran historias mínimas o incluso microrrelatos, pura bondad. Sus historias cómicas requerían la distorsión del lenguaje y la danza. Los bailes de Chiquito frenaban la maldad de las cosas.

Todo Chiquito era una danza del bien. Fué un artista de la bondad y del amor loco. Y como ocurrió con Elvis Presley, la gente se vió en la necesidad de imitarlo. 

Fue nuestro Elvis. Y los imitadores surgieron por doquier. Porque Chiquito era una invitación a la danza naif, que quería representar nuestro caótico y deslavazado paso por el mundo. Si te subías a la danza de Chiquito, el mundo mejoraba, el mundo se convertía en risa.

Por eso todos acabamos imitándolo. Lo imitábamos en las fiestas, en las reuniones con amigos, siempre que queríamos celebrar la vida. Nos aprendimos todas sus deformaciones léxicas. El mayor homenaje que se ha hecho a la Guardia Civil se lo hizo Chiquito cuando le buscó el nombre alternativo de la emetérica.

Todas las distorsiones de las palabras estaban bajo el orden del amor. Por eso nos fascinaba, porque había lucidez amoroso y una inteligencia que venía del pueblo español. El ser humano se convirtió en pacadol o en un finstro.

Esas grietas, esos cambios de sonidos en las palabras de las historias de Chiquito, contenían una forma de ser español. Una forma apasionante de hablar el español digna de una ángel. Chiquito mejoró España. La hizo más inteligente."                   (Manuel Vilas, El País, 12/11/17)

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